lunes, 23 de agosto de 2010

Sabor a mi - Capítulo 1

Esa mañana, Helena estaba más nerviosa que nunca, el sueño de la noche anterior la había dejado intranquila, aunque en realidad no podía recordar lo que la hacía sentirse de esa manera, solo recordaba que en su sueño aparecía Pablo, su mejor amigo desde que tenía memoria, y eso no era algo de sorprenderse ya que en la mayoría de sus sueños siempre estaba con él. A pesar de eso ella se enfocó en lo feliz que la hacía el iniciar su último año en el colegio. Se moría de ganas de ver de nuevo a sus amigos, en especial a los dos mejores, Pablo y su hermana gemela Renata. A veces se preguntaba porque los extrañaba tanto, si desde que nacieron ella y los gemelos, siempre estaban juntos, regularmente pasaban las vacaciones juntos en la casa de verano de sus padrinos, y padres de los gemelos. Solía pensar que eran como los hermanos que nunca tuvo y de ahí la necesidad de estar con ellos. De repente un sonido la saco de sus pensamientos…

Toc, Toc, Toc!!!

- Señorita Helena, su desayuno ya está servido y su mamá manda decir que si no baja ya, se le va a hacer tarde.

- Ya voy, dile que no tardo.

En el desayunador, Carolina, madre de Helena estaba impaciente pensando en que Helena, retrasaría a su padre que había insistido en llevarla al colegio.

- Buenos días, ma. Dijo Helena saludando con un beso a su madre

- Buenos días hija, anda apúrate a desayunar que tu padre ya está por bajar.

- Si ma, no te apures estoy casi lista.

- ¿Casi? – dijo su madre exagerando el todo de sorpresa – Pues que te falta, bien sabes que tú no necesitas mucho arreglo, eres ya mucho más que bonita.

- Ay mamá con este uniforme dudo que alguien se vea bonita.

- Pues tú te ves excelente – dijo su padre que iba llegando al desayunador y alcanzó a oír el final de la conversación.

- Hola! Papito, buenos días – respondió Helena cuando se levantaba de su asiento para saludar a su padre con un beso y un abrazo.

- Hola nena, ¿ya estas lista?

- Si, nada más voy por mis cosas y listo.

- Está bien, te espero en el auto. Y ya sabes que no hace falta arreglarte más, si no tus compañeros podrían sufrir algún infarto y están muy jóvenes para eso.

- Ay papá, tu también. Sabes que dices eso porque me quieres.

Y Helena salió rumbo a su habitación.

Aunque a Helena no le gustaba aceptarlo, en el fondo sabía que sus padres tenían razón. Helena era realmente hermosa, gozaba de un cuerpo que era la envidia de sus compañeras, su cabello largo le llegaba a media espalda, de un castaño demasiado oscuro que contrastaba de manera impactante con su piel blanca, pero sobre todo con sus ojos azules; le quitaba el aliento a cualquiera. Sus ojos habían sido el regalo genético de su padre, de ahí en fuera era idéntica a su madre, tenía una cara de ángel, no había joven más linda y que atrajera tantas miradas a su corta edad.

Cuando estaban en la fila de autos para dejar a los alumnos en la entrada del colegio, Helena vio por el espejo, que unos autos atrás del de su padre estaba el auto que traía a Pablo y a Renata, esto le causo mayor expectación al saber que pronto estarían platicando sobre cómo le había ido a cada uno en sus respectivos viajes de final de vacaciones. Helena había ido a Alemania, con el pretexto de acompañar a su padre a una reunión importante, la verdad era que su padre era su mayor adoración y quería disfrutar unas vacaciones a su lado; Pablo y Renata por su parte habían decidido ir a Argentina, un destino un poco menos serio, salvo que algo frío por el invierno sudamericano.

Al bajar del auto y despedirse de su padre, Helena decidió entrar al colegio y esperarlos en las bancas de la entrada para ir juntos a su nuevo salón, justo cuando inicio la marcha hacia las bancas, escucho el grito de sus dos amigos, y se dio la vuelta para saludarlos, en ese preciso momento se encontró cara a cara con Pablo, quién había corrido para detenerla en caso de que no los hubiera oído.

Fue en ese preciso instante cuando los recuerdos del sueño que tanto la había inquietado regresaron tan nítidos como si los estuviera viviendo, ella y Pablo estaban en la casa de verano de sus padrinos. Pero ya no eran los mismos de siempre, ellos estaban juntos, juntos como nunca creyó que lo estarían. Pablo la besaba sin reprimenda alguna, y ella por su parte le respondía el beso con la misma intensidad, entregándose a lo que sentía por su amigo de la infancia.

Te amo, Helena MI Helena, solo mía – dijo Pablo en los instantes en que liberaba sus labios para poder respirar.

Y yo a ti – respondió Helena, mirándolo a los ojos, esos bellos ojos que en nadie eran más perfectos que en él.

- ¿Helena, Helena, estas bien? – Preguntó Pablo al ver que su amiga no respondió a su saludo y posterior abrazo.

- Eh, si, si perdón – Helena había despertado de su sueño por segunda vez en el día, pero esta vez era diferente, primero porque Pablo la había perdido en un abrazo cálido y lleno de cariño y segundo porque a partir de ese momento no podría volver a ver a Pablo con los mismos ojos.

- Pues por tu cara parece que has visto un fantasma en lugar de verme a mí. Ya sé que Renata suele asustar algunos días, pero no creo que hoy sea el caso.

- Hey! que te pasa, él que la ha asustado has sido tú, probablemente el abrazarla de esa manera y levantarla del piso, no sea muy bueno a esta hora de la mañana – respondió Renata que se unía a su hermano y a su amiga.

- Anda es mejor que vayamos al salón para que te sientes.

- Si vamos – respondieron al unísono las dos amigas, lo que hizo que el momento se perdiera entre risas.

Ya en el salón de clases, la entrada de los 3 amigos como siempre causó expectación, la belleza de Helena era inigualable, pero no por eso podía dejar de pasar desapercibida a Renata, que era un poco mas bajita que Helena, tenía un cuerpo que demostraba que sus años de niña definitivamente ya la habían abandonado, y los ojos que compartía con su hermano, eran de una tonalidad enigmática nunca se podía saber si eran verdes o de un tono muy ligero de café, además de lo expresivos que solían ser. Su cabello era castaño y corto hasta el inicio de los hombros, su piel blanca solía estar acompañada del rosado de sus mejillas.

Por otro lado estaba Pablo que sin duda era el muchacho más atractivo del colegio, tenía su cabello corto y de un tono castaño que hacía ver sus ojos indescifrables lucieran aun más brillantes, era más alto que todos sus amigos y al parecer algo delgado, pero al tenerlo cerca se podía apreciar que el joven empezaba a tomar forma y sus brazos cada vez eran más fuertes. Su cara de piel blanca siempre estaba llena de un brillo especial, como la de su hermana, con esos ojos tan característicos que hacían que sus compañeras dejaran de respirar en cuanto lo veían.

- ¿Quiénes son ellos? – pregunto de inmediato, Aldo, el nuevo estudiante a su compañero de al lado.

- Ellos son Pablo y su hermana Renata – algo que salta a la vista por el gran parecido que comparten, pensó Diego.

- Pero ¿Cómo se llama la de los ojos azules?

- Ah ella es Helena, ¿es guapa verdad?

- ¿Guapa?, ella es lo que le sigue. ¿Y sabes si tiene novio?

- No, no tiene, pero dudo mucho que te haga caso. Nadie le ha interesado en los años que llevamos siendo compañeros.

- ¿Nadie, Quieres decir que no le conoces ningún novio?

- No, ninguno y mira que la conozco desde que teníamos 10 años. Es que ella es diferente a todas las chavas guapas que en tu vida has conocido, te lo puedo asegurar.

- Diferente ¿cómo, que acaso no le gustan los hombres?

- Pues claro que si le gustan, y la verdad yo que tú me guardaba ese comentario, si te llega a oír Pablo es capaz de romperte los dientes.

- Oh está bien, pero dime en ¿qué radica la diferencia?

- Pues mira, Helena junto con Pablo, es la más inteligente del salón, siempre tiene opinión de lo que sucede a su alrededor, siempre nos ayuda a estudiar y nos apoya muchísimo. Los maestros adoran su dedicación y les intriga el que a pesar de ser tan guapa, sea tan estudiosa y no se distraiga con todos los muchachos que la pretenden.

- Con que esa es la personalidad de Helena. Y ¿por qué me advertiste sobre Pablo?

- Mira, los padres de Pablo y Renata son los mejores amigos de los de Helena, incluso son padrinos de ella; de ahí que desde antes de nacer hayan estado juntos. Además Helena es hija única y eso provoco que Pablo haya tomado el lugar de hermano mayor aunque solo se lleven unos meses.

- Oh ya veo.

En ese momento el profesor de 1ra entró al salón de clases y todos tomaron sus lugares.

- A la hora del receso Helena, Pablo y Renata conversaban de lo bien que les había ido en las vacaciones.

- Todo estuvo de maravilla, fue increíble a pesar del mal tiempo – decía Renata – lo único que lo arruino fue el comentario diario y constante que hacia Pablo cada vez que veíamos algún lugar interesante

- Ah sí y ¿qué decía? – preguntó Helena

- Oh que hermoso monumento, como desearía que Helena hubiese venido con nosotros; no había momento que olvidara que estabas del otro lado del charco. – Los ojos de Helena se quedaron fijos en la cara de Pablo que se había puesto rojo, y su piel blanca no ayudaba para nada a disimularlo.

- Vamos no fue diario. – fue lo único que alcanzo a decir Pablo

- No, solo fueron unos cuantos días, como 15 ¿no?

- Ya Ren deja de decir esas cosas, de tu hermano. Al menos el se acordó de mí, no que otra por estar pendiente de los argentinos, me olvido.

- Sabes que también te extrañaba, pero…

- Hola! Soy Aldo, ¿tú eres Helena, verdad? – interrumpió la conversación de los amigos.

- Eh si, hola. – respondió Helena si saber mucho por qué había llegado de esa forma.

- Solo quería saber si te interesa hacer equipo conmigo en la clase de Biología, es que como verás soy nuevo y no sé muy bien cómo funcionan las cosas en este colegio pues quería ver si aceptabas.

- Helena siempre hace equipo con Renata, pero si necesitas un compañero yo te puedo ayudar. – Respondió Pablo sin dar pie a que la bondad la hiciera caer en las garras de ese nuevo. ¿Pero que pretende?, se preguntaba Pablo.

- Si, Pablo tiene razón. Si quieres ayuda debes aceptar la de él, que es mucho mejor en Biología que yo.- Helena seguía sin poder creerlo, a qué se debía ese cambió de actitud de Pablo. Él nunca había tomado decisiones por ella.

- Oh, está bien, gracias – dijo Aldo sorprendido por como Pablo había echado sus planes abajo.

Sonó la campana para el retorno a las aulas y la conversación quedó concluida.

De regreso en su casa, Helena no dejaba de pensar en forma de actuar de Pablo, en lo que le había contado Renata de sus vacaciones, pero sobretodo en el sueño. Porque había pasado así, todo en un mismo día. Por primera vez, veía a Pablo con ojos diferentes, probablemente de la misma manera que lo veía las demás jóvenes del colegio.

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