lunes, 23 de agosto de 2010

Sabor a mi - Capítulo 5



Ante la mirada curiosa de algunos, se dirigieron a la pista que tenía ya la música animada al máximo. Lo que complementado con la felicidad interior de Pablo y Helena, hacía que fuera aun mejor. Todos los que los miraban se daban cuenta de que algo pasaba, no dejaban de verse y por mucho que bailaran nunca se separaban de más.
Para los más perspicaces la verdad era evidente, por fin se habían cumplido los pronósticos que durante 2 años y medio habían permanecido en suspenso, Helena y Pablo ya eran pareja. Y para los que no eran tan atrevidos para aventurarse en alguna teoría, iniciaron de nuevo y por última vez en la noche, las canciones tranquilas, que más bien eran románticas, cuando vieron que la pareja seguía bailando a pesar de que esa canción más bien parecía la petición de algún maestro que recordaba sus años mozos, muchos confirmaron sus sospechas, sin embargo no eran la única pareja que había permanecido en la pista. Lo que no dejo dudas fue cuando a mitad de la canción de la última canción, Pablo y Helena se fundieron en un beso.
Al finalizar el baile salieron junto con Renata en dirección a la camioneta que los estaba esperando para llevarlos de regreso con sus padres.
- Con que por fin entendieron lo que ya todos sabíamos – dijo Renata por la nueva situación entre su hermano y Helena
- ¿Cómo que todos sabían? – dijo Pablo
- Pues que ustedes dos debían de estar juntos, de verdad que son ciegos, los únicos que no lo veían eran ustedes dos.
- Pero han de contarme los detalles, porque no les perdono que no me haya enterado antes que toda la escuela.
- Los detalles no importan, lo verdaderamente importante es lo que todos vieron – dijo Pablo, llevándose la mano de Helena a los labios para darle un beso.
- Ay, no se vale – contestó Renata, mientras hacía pucheros.
- Ya anda mejor súbete que se nos va a hacer más tarde.
En la camioneta, Renata tomó todo un asiento para dormirse, con la excusa de que Pablo y Helena podían irse en el mismo.
- No sabes lo feliz, que me has hecho Helena. Esta será una noche que nunca podré ni querré olvidar.
- Mucho menos yo, de verdad aun no puedo creer que mi sueño haya sido casi una visión, pero agradezco el que me haya permitido ver lo mucho que significabas para mí.
- ¿Qué sueño?
- Ahhh – Helena no quería revelar los detalles de su sueño, le daba mucha pena incluso con Pablo, así que reveló solo lo necesario – bueno hace como 4 meses, soñé que tú y yo nos besábamos y que decías que me querías, lo que me dio una visión muy distinta de lo que significabas para mí. Lo más extraño de todo es que en mi sueño también me decías que yo era Tu Helena.
- Es que tu eres Mi Helena, solo mía. Y la verdad que celebro que tus sueños sean tan exactos.
- Jajaja, yo también lo celebro.
- Ay no sé cómo pude estar sin ti tanto tiempo
- Pero si siempre me has tenido
- Sí, pero nunca de esta forma. Siempre me has hecho bien, desde que éramos niños, el verte me hacía feliz. Solía atribuírselo a que eras como una hermana. Pero ahora me doy cuenta que en realidad es porque siempre estuve enamorado de ti.
- ¿De verdad, siempre me has querido?
- Claro, pero hasta ahora comprendo bien.
- Creo que de cierta forma a mí también me pasaba lo mismo, la idea de pasar con ustedes la mayor parte del tiempo me hacía tremendamente feliz. Yo pensaba que era porque no tenía más hermanos, pero creo que era el estar contigo lo que me provocaba esos sentimientos. – Pablo tomó entre sus manos la cara de Helena y la besó, no de la forma en que lo había hecho cuando estaban en el baile, porque el chofer los venia viendo por el espejo retrovisor y no quería dar todo un espectáculo con su hermosa novia. Esta vez el beso fue tierno, muy tranquilo, sin prisa, pero con la misma necesidad de antes.
- Mi Helena, solo mía, te quiero tanto.
Helena recostó su cabeza en el hombro de Pablo, y se quedaron dormidos, mientras jugaban con sus manos. 

Al cabo de unas horas llegaron a la casa, donde ya todos estaban dormidos. Renata se retiro a su habitación, con los ojos básicamente cerrados, si hubiera sido por ella se habría quedado dormida en la camioneta.
- Te acompaño hasta tu habitación – dijo Pablo
- No es necesario, ya estás muy cansando.
- Fue una afirmación, no una pregunta. No me importa si estoy cansado, simplemente quiero verte aunque sea otros minutos más
- Me podrás ver tanto los siguientes días que quedarás harto de mi.
- Nunca me voy a hartar de ti, Helena.
- Bueno está bien, entre más pronto me vayas a dejar, más rápido te irás a dormir.
- Así está mejor – Pablo se había colocado detrás de Helena, abrazándola por la espalda.
- Bueno, ahora si ya estoy en mi habitación, te veo mañana. – dijo besando a su novio en los labios, como disfrutaba su contacto, estaba segura que nunca se cansaría de esa sensación.
- Te quiero, hasta mañana, mi Helena.

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