miércoles, 27 de octubre de 2010

Sabor a mi - Epílogo

Evidente es que la vida nunca es sencilla, y ellos lo habían aprendido desde muy jóvenes, por eso luchaban día a día por su amor y por sobrevivir a las penas.

Pablo conoció el dolor de estar en un hospital y así provocar el sufrimiento y la preocupación de su amada esposa. Y ella por su parte lamentó la pérdida de un hijo del que ni siquiera pudo celebrar  su existencia.

Después de ese doloroso episodio recibieron con alegría el nacimiento de su primogénito y futuro heredero de la fortuna Duart. Santiago Duart Lascurain que era idéntico a su padre, con la única diferencia que heredó los ojos de su madre. Lo que lo hace un hombre increíblemente atractivo, aunque serio y responsable, pero sobre todo un amante empedernido de la equitación y de música, como lo era su padre.

A Helena le habían dicho que después de Santiago no iba a poder tener más hijos, por eso la llegada de los mellizos: Sebastián y Sofía, 3 años después, la sorprendió demasiado pero la llenó de una alegría inmensa. Pablo no puede ser más feliz al ver que todos sus hijos heredaron esos ojos que ponían su mundo de cabeza.

Sofía es físicamente idéntica a su madre, se convierte en la adoración de Pablo y de sus hermanos que solo piensan en cuidarla. Por el contrario Sebastián es más parecido a sus abuelos Miguel y Álvaro, pero con toda la personalidad de Helena.

Unos meses después del nacimiento de los mellizos, a Helena le ofrecen un puesto de UN en España y es apoyada por Pablo para irse, lo que lo lleva a fundar una extensión de su empresa en la tierra natal de sus padres. En 7 años logra establecer una empresa sólida a nivel mundial y cuando termina el período de trabajo de Helena, regresan a México pues también ha llegado el momento para que Miguel se retire y le deje su lugar a su hijo.

Cuando crecen Santiago y Sofía, que heredaron el talento de Pablo para los negocios, toman su lugar en la empresa en México y en España, respectivamente. Sebastián que es muy diferente de sus hermanos, pues heredó el espíritu altruista de su difunta abuela Carolina, se convierte en médico para hacer su carrera en Médicos Sin Fronteras.

Renata y Alfredo, son felices con Matías, pero deciden adoptar una niña para darle todo el amor que alguna vez le brindaron a Alfredo. Maia se convierte en una verdadera princesa para Renata que no se cansa en mimos. Y su hermano la quiere y la cuida más que como lo hubiera hecho con una verdadera hermana. Lo que le causa algo de conflicto cuando descubre que su pequeña hermana está enamorada de su propio primo Sebastián y él le corresponde.

Guillo y Verónica se casan después de unos años, al saber que están esperando a su primera y única hija Ofelia, que hereda esa belleza exótica de su madre y la calidad humana de su padre. Su gran amistad con Santiago, hace pensar a sus padres que la historia de Pablo y Helena podría repetirse; pero al tiempo a veces le gusta contar historias un poco diferentes y su futuro aún no estaba escrito.

Oliver se casa con su novia Claire y juntos tienen una niña, Nathalie, quien es la versión femenina de su padre y que en un futuro luchará con Ofelia, por el amor de Santiago Duart, algo que le trae recuerdos un poco amargos a su padre.

Esta fue la historia de una pareja cuya dolorosa despedida dio pie a una historia de amor, ese amor que se vio plasmado en el sueño de una hermosa adolescente, que inició desde que eran niños y creció con el paso del tiempo, en el que ni la distancia ni la separación y ni siquiera la agonía de saberse de otros, importaron.

Sabor a mi - Capítulo 69

- Se ve divinamente hermosa Sra. Duart. 
- Usted también se ve encantadoramente hermoso Sr. Duart – la forma en que Helena dijo el nombre de su esposo les causo risa y provocó que ya no resistieran más tanta formalidad. 
- Pablo – dijo Helena arrojándose a sus brazos. 
- Mi Helena, por fin eres mi esposa. Siempre serás mía, y velaré por tu felicidad a cada instante. 
- Soy tan feliz a tu lado, convertirme en tu esposa ha sido lo más hermoso de mi vida. Solo te quiero a ti. – Helena no pudo aguantar más y besó a Pablo, su beso no fue tierno, más bien fue intenso, pues estaba lleno de toda la emoción que la celebración les había dejado. 
- Hemos llegado – dijo el chofer. 
- Bien, será momento de entrar – respondió Helena. 
- Si por mi fuera te raptaría en este momento y nos iríamos de luna de miel. 
- Yo también lo desearía, pero Magdis tiene razón, tenemos obligaciones que cumplir. 
- Lo sé, entonces venga conmigo Sra. Duart. 
- Encantada Sr. Duart. 

Entraron al área donde todos los invitados ya los esperaban esperándolos. Los recibieron con calurosos aplausos y ellos se dedicaron a saludar personalmente a casi más de 1500 invitados. Las mesas estaban iluminadas en diferentes colores y divididas por zonas, debido a la importancia de algunos invitados; cada una estaba adornada por centros de mesa altos y bajos de flores blancas y sillas de vidrio y plástico transparente. 

La cena se sirvió poco después y todos se deleitaron con los exquisitos platillos que fueron preparados por el mejor chef de ciudad, amigo de Verónica. 

Una vez recogido el servicio, procedieron a pasar al centro de la pista para bailar su canción, que sobra decir fue esa bella composición de Álvaro Carrillo, Sabor a mí. Pablo colocó una de sus manos en la cintura de Helena y la atrajo hacia él; Helena colocó su mano en el hombro de Pablo y unieron su otra mano, comenzaron a bailar y Pablo para no perder la costumbre le cantó al oído. 


- Mi Helena, Te amo – dijo Pablo con devoción, los ojos de Helena se llenaron de lágrimas al recordar todo lo que tuvieron que pasar para llegar a ese momento. 
- Te Amo, Pablo – logró responder con la voz entrecortada. 
- No llores, no hoy – trató de consolarla Pablo. 
- Es nostalgia y felicidad. 
- ¿Nostalgia? 
- Sigo sin perdonarme el haberte dejado, lo que te hice no tuvo justificación. Te cause tanto dolor y tu no lo merecías. 
- No, Mi Helena, no pienses en eso. Lo que importa es que estás aquí, a mi lado. Y sobre todo que ya eres Mi Esposa. Te prometo que lucharé cada día para hacerte la mujer más feliz del universo, dedicaré mi vida entera a cumplir tu más mínimo deseo. 
- Todo lo que deseo es estar a tu lado siempre y mientras eso pasé seré la mujer más feliz del universo – Pablo le limpió las lágrimas con el pulgar y le beso tiernamente las mejillas. 

Al terminar la canción los invitados aplaudieron y vieron como Helena, pasó a bailar con Álvaro y Pablo con Magdis, después pasaron Renata y Miguel que no paraba de sonreír al ver a su ahijada por fin casada con su hijo. 

Los invitados se concentraron en la pista y bailaron durante varias horas. La fiesta fue ambientada por diversos grupos musicales, algunos artistas, y DJ’s. Todo marchaba conforme los planes de Magdis. 

El momento de partir el pastel de bodas llegó, era un pastel bellamente decorado, hecho por uno de los mejores reposteros de Suiza, mandado traer por Álvaro. Los meseros repartieron a los invitados replicas exactas del pastel de los novios, era pequeños pastelitos personales. 

Cuando hubo un período de música romántica por parte de uno de los grupos, Pablo dejó a Helena bailando con Oliver, algo que sorprendió la sorprendió mucho. Entonces se dio cuenta que él estaba sobre el escenario y pidió el micrófono. 

- Helena, esta es una de las tantas canciones que me has inspirado a escribir, espero que te guste. 
- Pablo… - Oliver llevó a Helena a la mesa principal y ahí estaban Guillo, Verónica, Renata y Alfredo, para acompañarla mientras escuchaban a Pablo. 
Quiero ser tu canción desde principio a fin
Quiero rozarme en tus labios y ser tu carmín
Ser el jabón que te suaviza, el baño que te baña
La toalla que deslizas por tu piel mojada 
- Yo quiero ser tu almohada, tu edredón de seda
Besarte mientras sueñas y verte dormir 
Yo quiero ser el sol que entra y da sobre tu cama
Despertarte poco a poco, hacerte sonreír
Quiero estar en el más suave toque de tus dedos
Entrar en lo más íntimo de tus secretos
Quiero ser la cosa buena liberada o prohibida
Ser todo en tu vida. 
- Todo lo que me quieras dar quiero que me lo des
Yo te doy todo lo que un hombre entrega a una mujer
Y más allá de ese cariño que siempre me das
Me imagino tantas cosas quiero siempre más 
- Tú eres mi dulce desayuno, mi pastel perfecto
Mi bebida preferida, el plato predilecto
Yo como y bebo de lo bueno y no tengo hora fija
De mañana, tarde o noche no hago dieta
Y ese amor que alimenta a mi fantasía
Es mi sueño, es mi fiesta, es mi alegría
La comida más sabrosa, mi perfume, mi bebida
Es todo en mi vida. 
- Todo hombre que sabe querer
Sabe dar y pedir a la mujer
Lo mejor, y hacer de ese amor
Lo que come, que bebe, que da, que recibe. 
- Pero el hombre que sabe querer y
Se apasiona por una mujer
Convierte su amor en su vida
Su comida y bebida en la justa medida 
- ¡Bravo! – todos los invitados estaban sorprendidos del talento del heredero de la fortuna Duart. Y notaban lo enamorado que estaba de su esposa. 
- Gracias, gracias – decía Pablo aún al micrófono. 
- Te has lúcido con esas canciones. Todos los invitados están sorprendidos del talento que tienes - le alabó Helena cuando fue a sacarla a bailar. 
- Solo quiero sorprenderte a ti. 
- Yo lo lograste, la canción es maravillosa. 
- Lo es únicamente porque fue escrita para alguien que es aún más maravillosa – siguieron bailando por horas y veían como los invitados estaban más que fascinados con ellos y con la gran fiesta que se ofrecía. 
- Debo admitir que mi madre se lució con esta fiesta. 
- Sí, tengo que reconocer que ha sido más de lo que alguna vez desee 
- Mi único deseo era verte convertida en mi esposa, ya lo demás es mera banalidad. 
- ¿Incluso la luna de miel? – le dijo al oído. Él no respondió, simplemente la apretó más fuerte y la beso tiernamente. 

Faltaban pocos minutos para servir la segunda parte de la tornaboda cuando se anunció que había llegado el momento de que los novios partieran. Las amigas más cercanas de la novia se concentraron a su alrededor y lanzó el ramo, que cayó en las manos de la distraída de Verónica que no sabía ni en donde se había puesto. Helena se retiró a uno de los salones privados para cambiarse el vestido, en donde Magdis, Lety, Renata y Verónica le ayudaban. 

- Magdis, Lety muchas gracias por todo, ha estado más que perfecto. 
- Hija no tienes nada que agradecer, tú y Pablo se merecen esto y más. 
- Además Helena, te has visto espectacular – agregó Lety – no hubo invitado al que no deslumbraras. 
- Gracias tía. 
- Vamos Hel, es hora, Pablo ya te está esperando abajo – le informó Renata. 
- Sí, esto ya casi queda. 
- Espero que se diviertan mucho y no olviden visitarnos. 
- Claro Ren, los vamos a extrañar mucho y sobre todo a mi sobrino que es un ángel. 
- Afortunadamente, si no Alfredo estaría vuelto loco. 
- No solo él – dijo bromeando. 
- Bueno… ya estas, anda vámonos. 
- Ren, gracias por todo, sin tu ayuda nada de esto hubiera pasado. Por fin somos hermanas. 
- Siempre lo hemos sido. 
- Gracias Ren y también a ti Vero, eres una gran amiga. 
- Tú también lo eres para mí y sabes que les deseo toda la felicidad del universo. 
- Guillo y tú también y espero que pronto se animen a dar el gran paso. 
- Vale, te has puesto cursi, estas cosas no son para nosotros. 
- Ya veremos. 

Helena salió del salón y se encontró con Pablo que ya la estaba esperando, se despidieron de su familia y subieron al auto que los llevaría al hotel donde pasarían lo que restaba de su noche de bodas, para al otro día partir a Europa. 

Al llegar a la suite se encontraron con que estaba decorada con docenas de rosas rojas y velas que le daba un toque muy romántico. Pablo despidió al bell boy y cargó a Helena en sus brazos, ella lo besó lentamente, sin prisa, con la plenitud de saber que era su noche y que ya nada los separaría. Cuando llegaron a la habitación le quitó el saco y empezó a desabotonarle la camisa, se la quitó con cuidado como un niño que está aprendiendo una nueva lección; lo fue empujando hasta la cama y él se quedó sentado en la orilla, le desabrochó el cinturón y los botones de su pantalón. Pablo le quitó el pequeño abrigo que llevaba y sin dejarla de ver a los ojos buscó el cierre de su vestido y lo abrió, la despojó de su vestido y de lo que le quedaba de ropa, poco a poco, dejándola expuesta ante sus ojos. Ella se inclinó, haciendo que él se tuviera que sostener con sus brazos; con las yemas de los dedos le recorrió los músculos del cuerpo, él no resistió más y la tomó por la cintura para acercarla más él y besarla. Sus labios se encontraron con los de Pablo y lo besó deseando todo, podía sentir como su esencia invadía todo su interior y sin embargo ella deseaba más, sentía como las manos de él la atraían hacia la cama y como cambiaba de posición para quedar sobre ella. Sus manos le recorrían el cuerpo suavemente, despertando en ella más sensaciones. Él deseaba tenerla así para siempre, tocar su piel era algo indescriptible y sentir sus labios, su sabor, sus caricias, lo volvían loco. No pudo resistir más y sus cuerpos se hicieron uno. Sentir a Helena suya, superaba cualquier sensación que hubiera experimentado. Incluso antes de estar con ella de esa forma, sabía que Helena era para él y para nadie más. 

- Mi…Hel…ena… - dijo cuando llegaron al límite de las propias sensaciones y de los sentimientos. 
- Pa..blo – le dijo con los ojos brillantes viéndolo directamente. Él la besó aún temblando por el éxtasis del momento, ella le mordió tiernamente el labio inferior y se dio cuenta que incluso en ese momento, lo seguía necesitando; no importaba cuantas veces estuvieran juntos, siempre lo necesitaría. 
- Te amo, te amo, te amo – le susurró al oído cuando la tomó entre sus brazos. 
- Nunca nada volverá a separarme de ti. 
- Nunca, siempre serás mía, ahora eres mi mujer, mi esposa, mi vida. 
- Te amo.


FIN

martes, 26 de octubre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 68

Las actividades del día de la boda iniciaron con la visita de Helena y Álvaro a las cenizas de Carolina. 

- Mamá, hoy me casó con Pablo. No hay ni un solo momento que te deje de extrañar, pero hoy más que nunca desearía que estuvieras en la iglesia para compartir mi alegría – las lágrimas de Helena salieron de sus bellos ojos. 
- No llores nenita, ya te dije que tu madre de alguna forma estará presente. 
- Caro, mi bella Caro. Nuestra hija se convertirá en una Duart, quien lo hubiera pensado. Tu padre habría sido el más feliz si en lugar de casarte conmigo, te hubieras casado con Miguel y ahora es Helena quién de cierta forma cumple sus deseos. Te extrañaré siempre – después de una oración padre e hija se retiraron. 

Todas las mujeres de la familia y cercanas a la familia se dieron cita en un exclusivo salón de belleza de la ciudad. Mientras que un estilista se encargó personalmente del arreglo de Helena, ella saldría de la casa donde viviría con Pablo, así que Álvaro regresó a esa casa donde conoció los sinsabores de la vida. 

A las pocas horas llegaron a la casa de Helena, Verónica y Renata, la ayudaron a ponerse su vestido de novia y se dispusieron a partir a la iglesia, que había sido adornada con mini orquídeas, crisantemos y rosas blancas. 

La noche había caído y Pablo esperaba ansioso la llegada de su Helena a la iglesia, y veía como poco a poco los invitados iban llegando, por la magnitud de la fiesta habían tenido que contratar seguridad privada pues algunos invitados eran personajes muy importantes, a nivel mundial. Por supuesto estaban los inversionistas italianos que sabían de primera mano la historia de amor de la joven pareja; diplomáticos y embajadores de distintos países también habían asistido, empresarios amigos de su padre, ex-presidentes y gente muy importante de Naciones Unidas, amigos de Álvaro. Incluso Oliver y Antoine, así como el representante de UN en Buenos Aires, Mr. Jacobson, habían hecho un espacio en su agenda para asistir a tan importante evento. En la Iglesia no cabía ni un alfiler. De pronto vio a lo lejos como la gente de seguridad se movilizaba, la hora había llegado, Helena estaba afuera y a punto de entrar. 

- Vamos hijo es hora – dijo Magdis. 
- Sí – Pablo respiró profundamente, como se hace antes de entrar al agua. 

La orquesta dio inicio a una bella sinfonía, así fue como los pajes entraron arrojando pétalos de flores a la alfombra del pasillo, después entraron Pablo y Magdis, Alfredo y Lety, Guillo y Verónica y finalmente Renata y Miguel. Todos tomaron sus lugares y la música cambió lentamente hasta convertirse en el Ave María. 

El vestido de Helena estaba hecho de una tela bordada que había sido confeccionada exclusivamente para ella, era strapless y le entallaba su exquisita figura, conforme caía se hacía un poco más ancho para dar paso a la cola. Sus cabellos estaban totalmente amarrados, con una tiara de diamantes, unida a un largo velo que caía por todo su cuerpo y arrastraban un fino bordado por poco más de 2 metros. El corazón de Pablo de nuevo había sido convertido en pulsera y solo él notó el detalle pues sus manos eran ocupadas por el ramo de novia. Los ojos de Helena de ese azul profundo que destellaba alegría que provocaban que todos los invitados quedaran impresionados con su belleza. 

Así fue como Pablo, con lágrimas en los ojos, vio caminar por ese pasillo a su Helena convertida en esa niña que le robaba el aliento y que fue su mejor amiga, ese ser que amó desde antes de saber lo que era el amor y que con cada paso que daba hacia él se iba haciendo mayor y se convertía en esa adolescente que lo había elegido a él para compartir sus mejores años y experiencias, a la que le entregó la vida, sus sueños e ilusiones; luego pasó a ser aquella a quien esperó por 10 años en los que ni la mayor de las adversidades socavó sus sentimientos; cuando llegó a él finalmente se había convertido en la mujer que más amaba en el universo, la que ya era su esposa ante las leyes de los hombres y que pronto lo sería ante Dios. 

Pablo vestía un frac tradicional, en negro, parecía un verdadero príncipe; sus ojos brillaban más que nunca, incluso parecían de un color más miel que de costumbre, no tenían comparación. 

Mientras Helena caminaba de brazo de su amado padre, vio al final del pasillo a Pablo convertido en ese niño que se levantaba protector ante cualquier peligro por mínimo que fuera, aquel que se convirtió en su mejor amigo. Al avanzar más por ese pasillo, vio como Pablo era ahora ese amigo que una noche apareció en sus sueños demostrándole sus sentimientos y que unos cuantos meses después, víctima de los celos le confesó lo que sentía, y a partir de ese momento pasó a ser el hombre que más amó, aquel a quien le entregó su vida, y al que tuvo que dejar en ese frío aeropuerto. Finalmente Pablo se convirtió en ese hombre que la esperó 10 años, que la amó como nadie, que la sorprendía cada día, que la hacía vibrar en todo momento y que le dedicaba las más bellas melodías. Al que ella amaba tanto que ni la vida entera le bastaría para demostrárselo.

Helena llegó hasta donde estaba Pablo y su padre la entregó a él. 

- Queridos hermanos estamos aquí reunidos para unir en sagrado matrimonio a Pablo Duart de Cordona y a Helena Lascurain Briz… - los dos trataron de poner el máximo de su atención en lo que decía el sacerdote, pero no podían concentrarse, estaban absortos en el momento que estaban viviendo. Por fin estarían juntos, después de todos esos años de penas y alegrías, al fin su amor sería reconocido por todos – Pablo y Helena, ¿vienen a contraer Matrimonio libre y voluntariamente? 
- Sí… - los dos respondieron a las demás preguntas del sacerdote y pronto llegaron a las que los unirían para siempre. 
- Así pues, ya que queréis contraer santo Matrimonio, unid vuestras manos y manifestad vuestro consentimiento ante Dios y su Iglesia – ellos obedecieron. 
- ¿Pablo Duart de Cordona, aceptas a Helena Lascurain Briz, como esposa y entregarte a ella, prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarla y respetarla todos los días de tu vida? 
- Acepto 
- Y tú, Helena Lascurain Briz, ¿aceptas a Pablo Duart de Cordona, como esposo, para entregarte a él, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarlo y respetarlo todos los días de tu vida? 
- Acepto. 
- Los anillos por favor - Guillo entregó los anillos al sacerdote y el procedió a bendecirlos – El señor bendiga estos anillos… 
- Helena, recibe esta alianza, en señal de mi amor y fidelidad a ti. – Pablo colocó delicadamente el anillo en el dedo de Helena y le sonrió para infundirle más valor a su novia. 
- Pablo, recibe esta alianza, en señal de mi amor y fidelidad a ti. – Helena colocó el anillo en el dedo de Pablo y le devolvió la sonrisa. Después de esto el sacerdote procedió a bendecir el lazo y las arras. 
- Que el señor confirme con su bondad este consentimiento vuestro que habéis manifestado ante la Iglesia y os otorgue su bendición. Que lo que Dios ha unido no lo separe el Hombre. Pueden ir en paz esta celebración a terminado. 

Los invitados aplaudieron cuando vieron a la nueva pareja de esposos, darse un tierno beso en los labios. 

La marcha nupcial de Mendelsshon dio inicio y salieron de la iglesia. Pablo le tomaba el brazo a su esposa, llenó de orgullo, caminaba airoso por el pasillo, mientras saludaba con la cabeza a algunos de los invitados. Cuando lograron salir una lluvia de pétalos los encontró y los flashes de numerosas cámaras los deslumbraban. Subieron al auto que había traído a Helena y recorrieron las pocas cuadras hacía el recinto donde se llevaría a cabo la fiesta.
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The Power of Love - Celine Dion

Mañana llega el Fin. Espéralo.

Ahora en Amigos y Más: Alfredo, Verónica, Guillo y Oliver.

lunes, 25 de octubre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 67

A pocos días de la boda llegaron Renata y Alfredo con Matías. Todos estaban contentos de tenerlos de nuevo en casa. Y al ver más grande a Matías se dieron cuenta que era la perfecta combinación entre Alfredo y Renata, había heredado los ojos de su madre y la tranquilidad de su padre. Los rasgos finos de su cara eran propios de los Duart y su cuerpo era largo, presagio de que heredaría la altura de Alfredo.

- Ren, ¿qué tienes? Has estado muy seria conmigo desde que llegaste.
- Helena es que estoy muy decepcionada.
- ¿Por qué?
- Porque me enteré que has elegido a Verónica como tu dama de honor.
- Ay Ren – Helena se levantó y abrió el closet de Renata, de donde sacó un gancho con una funda que cubría alguna prenda – Tu también serás mi dama de honor.
- ¿Qué? – preguntó Renata sorprendida al ver el vestido que Helena había escogido para ella.
- Sí, la he elegido a ella, pero también a ti. Renata ya te dije que eres como mi hermana y no podría haber pasado por alto eso.
- Gracias Hel.
- ¿Cómo pudiste pensar que me había olvidado de ti?
- Perdón Hel. Es que ahora te veo tan unida a Verónica.
- Es cierto Vero y yo nos llevamos de maravilla, pero tú eres mi hermana, ya te lo dije.
- Lo sé. Ahora espero que me quede ese vestido
- Ya verás que sí, ordené que le dejaran unos cm más, pero de todas formas Matías no te hizo engordar casi nada.
- ¿Casi?
- Es broma, ven vamos a que te midas el vestido.

La ceremonia religiosa sería un sábado de Julio y por tanto según lo que habían acordado, la ceremonia civil 
se llevaría a cabo el viernes en la finca. Los invitados solo incluían a las personas más cercanas a la familia.

Álvaro había llegado ese mismo día en la mañana de New York, él estaba enterado de que Helena y Pablo vivirían en la casa que alguna vez fue suya, y contrario a lo que pensaban todos, él tomó la noticia con demasiada alegría. Nada en el mundo le gustaba más que su hija volviera a llenar esa casa de luz.

Estaban en la finca y Helena estaba lista para bajar a donde se realizaría la ceremonia civil.

- Nenita, que alegría me da el que por fin vayas a unir tu vida a la de Pablo, que ha demostrado amarte a pesar de todo.
- Lo sé papá, no podría estar más feliz. Solo quisiera que mi madre pudiera compartir este momento con nosotros.
- Yo deseo lo mismo. Pero quizá desde donde este, logre ver lo feliz que eres.
- Eso espero Papá.
- Bueno, vamos que el juez ya te está esperando.
- Está bien. Vamos.

La ceremonia sería en el interior de la casa, pues el jardín estaba en muy malas condiciones después de las lluvias de la semana.

Cuando Pablo vio a Helena bajar por las escaleras, se sintió extasiado, ella estaba ahí tan hermosa como siempre, lista para convertirse en su esposa por la leyes de los hombres. Su vestido era de una tela muy fina,   de un hombro y las telas caían al piso con delicadeza y se movían con un leve balanceo. Pablo por su parte impresionó a Helena, sus ojos brillaban más que nunca y le dedicaba sonrisas coquetas que le quitaban la respiración, vestía un traje color arena muy claro que lo hacía ver elegante y sobre todo muy guapo.

- Puede iniciar ahora – le pidió Magdis al Juez.
- Señoras y Señores, nos hemos reunido aquí, el día de hoy para dar celebración… - Helena y Pablo poco escuchaban de lo que decía el juez. De no haber sido por Guillo que se limpio la garganta cuando el juez llamó a Pablo, el se hubiera quedado callado – ¿Pablo Duart de Cordona acepta como su legítima esposa a Helena Lascurain Briz?
- Acepto – dijo con voz clara y una sonrisa que no podía evitar.
- Y Usted ¿Helena Lascurain Briz acepta a Pablo Duart de Cordona como su legítimo esposo?
- Acepto – la voz de Helena sonó delicada pero segura de lo que decía.
- Así pues, y visto su consentimiento, y en virtud de las facultades que legalmente me han sido otorgadas, los declaro desde este momento marido y mujer.
- ¡Bravo! – aplaudieron los asistentes. Pablo tomó delicadamente la cara de Helena entre sus manos y la besó. Mientras todos felicitaban a la nueva pareja los meseros que habían contratado para el catering, repartían copas con champagne.
- Por los novios – dijo Guillo al levantar su copa.
- Por los novios - respondieron al unísono los demás invitados.

La recepción fue muy amena, pero duró muy poco tiempo, ya que todos debían regresar a la ciudad para la ceremonia del día siguiente.

Pablo fue a dejar a su esposa a su departamento, pero antes ella le pidió que pasaran a la que en unos días sería su casa.

- Ven, entra. – le pedía Helena.
- ¿Qué pasa?
- Quiero que veas lo que han hecho en esta habitación. – respondió Helena cuando señaló la antigua habitación que ella ocupó cuando vivía ahí. Abrió la puerta y jaló a Pablo para que entrara.
- ¿Qué es esto? – preguntó Pablo cuando ella encendió la luz.
- Mi regalo de bodas, tu propio estudio de grabación.
- Helena es maravilloso, pero…
- Shh, solo quiero que tengas donde grabar todas esas maravillosas canciones que me has compuesto. Y ni me vayas a decir que no sabes, porque Renata me dijo que tomaste todo un curso sobre esto.
- Gracias, Helena. Pero déjame preguntarte algo.
- ¿Qué cosa?
- ¿Por qué lo mandaste poner en donde era tu habitación?
- Porque aún recuerdo nuestras tardes juntos y como solías tocar y cantar para mí. Aquí los dos solos, alejados del mundo.
- Mi Helena – dijo con ternura antes de besarla – mi hermosa y tierna esposa.
- Tú esposa, que bien se oye.
- Desearía que fuera mañana para que todos supieran que ya eres mía.
- Yo también y por eso me temo que será mejor que nos marchemos.
- Está bien.
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Love Theme Romeo&Juliet - Henry Mancini

domingo, 24 de octubre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 66

En los siguientes días Lety y Magdis se concretaron a organizar los detalles más importantes de la fiesta, lo único que le pidieron a Helena fue que eligiera su vestido. A partir de ahí solo les pedían su opinión de muy pocas cosas.

El tiempo para Helena y Pablo avanzaba muy lento, anhelaban de verdad, no tener que separarse y compartir sus días de principio a fin. Llegar a casa y saber que era su hogar. Cuando pensaron en eso, Helena se preguntó si vivirían en su departamento o comprarían algo más grande.

Esa tarde se reunieron para comer y Helena tocó el tema con Pablo.

- Perdón por la tardanza, pero tuve que ir a la prueba del vestido.
- ¿Ya?
- Si, solo le van a arreglar algunos detalles y estará listo.
- Sé que te verás hermosa.
- Eso espero.
- ¿Qué tienes? Te noto preocupada.
- Es que ya falta muy poco para la boda y no hemos hablado sobre donde vamos a vivir.
- ¿Quieres seguir viviendo en tu departamento?
- Me gusta mi departamento pero… bueno no importa.
- ¿Qué pasa?
- Nada, olvídalo.
- No crees que podríamos buscar algo más grande. Por ahora tu departamento está bien para nosotros dos.
- Sí yo también he pensado eso. Estaría bien buscar algo más grande, ¿verdad?
- Ya lo creo.
- ¿Tienes algo en mente?
- Algo, te llevaré después de que terminemos de comer.
- Está bien.
- Ahora cuéntame, ¿qué tal tu día?

La plática continúo y cuando terminaron de comer, Pablo pidió a su chofer que llevará el auto de Helena a su departamento, pues se irían juntos en su auto.

- Hemos llegado – Pablo le hizo platica a Helena todo el camino para que ella no pusiera atención en el trayecto que hicieron.
- ¿Qué significa esto? – preguntó Helena sorprendida al ver su antigua casa.
- Ven – le dijo Pablo mientras le tomaba la mano y sacaba las llaves de su pantalón para abrir la reja principal. Helena conocía muy bien el pasillo de acceso y esa puerta donde tantas veces espero que Pablo pasara por ella para llevarla a la escuela.
- Pablo, explícame, por favor. – exigió cuando entraron a la casa y vio que estaba vacía.
- Si es tu deseo, esta será nuestra casa – dijo separándose de ella y caminando al centro con los brazos extendidos para mostrarle la casa.
- ¿Nuestra casa?
- Pero nosotros vinimos y estaba ocupada.
- Ya no más. La compré para dártela como regalo de bodas.
- ¿Qué?
- Si, Helena. Recuerdo perfectamente que me dijiste que te hubiera gustado vivir aquí con tu familia. Y para ti no debe haber ningún hubiera. Quiero hacer realidad todos tus sueños.
- Pablo… esto es maravilloso. Gracias. – Y Helena corrió a darle un abrazo.
- Eso quiere decir que aceptas vivir aquí.
- Sí, Pablo. Quiero vivir aquí contigo.
- Entonces ven, mira. – le dijo mostrándole varios diseños – contraté un diseñador y un arquitecto para que me dieran las opciones de remodelación que tiene la casa.
- Todas son hermosas.
- Elige una, y mañana mismo comenzaran a trabajar.
- Pablo, ¿Por qué haces esto?
- Ya te dije, quiero darte todo lo que esté a mi alcance.
- Te amo, te amo y nunca voy a dejar de hacerlo. – Helena lo besó con urgencia, aún recordaba cuantas veces había estado con Pablo en esa casa. Como habían pasado ahí su última noche juntos, antes de que ella se fuera. Y ahora la casa volvería a ser testigo del gran amor que se profesaban.
- Te amo – respondió él, mientras sus besos aumentaban de intensidad. Pablo cumplió los deseos de Helena, la tomó en sus brazos y la llevó a la sala, donde aún había una alfombra de los antiguos ocupantes. Ella amaba sentir como Pablo tocaba su piel, como enredaba sus dedos entre sus cabellos, la esencia de sus labios, sus besos en todo su cuerpo, sus manos apretando su cintura, sus piernas, su espalda.
- Pablo – le decía lentamente mientras se quemaba en deseo por él.
- Mi Helena – respondía él. Sus corazones estaban al borde de su capacidad, sus latidos aumentaban cada segundo y su amor se volvía más grande.
- Creí que nunca más volvería a hacer el amor contigo en esta casa.
- Ya ves que estabas equivocada.
- Me alegro tanto. Ay Pablo eres tan bueno conmigo. Te amo.
- Te amo Helena. Solo quiero que seas la mujer más dichosa del mundo y así regresarte un poco de la dicha que me das al estar a mi lado.
- Yo soy la dichosa.
- Ven acá. – Pablo atrajo más a Helena a sus brazos, como si quisiera fundirla a él. La soltó y la volvió a besar lentamente, suave, como si el tiempo se hubiera detenido y quisiera disfrutar cada instante de ese beso.

La noche fue cayendo, y se fueron de la casa. Helena eligió remodelar la casa solo por dentro, pues no quería perder la esencia de su hogar. Al otro día tal y como había prometido Pablo, se iniciaron los trabajos de remodelación.

Mayo llegó en un abrir y cerrar de ojos, Magdis y Lety habían detenido los preparativos de la boda para viajar a Ginebra y estar con Renata cuando naciera su hijo.

- Mamá, duele demasiado – le decía Renata a Magdis cuando iban al Hospital.
- Tranquila, hija. – trataba de darle ánimos
- ¿Ya le hablaron a Alfredo?
- Si ya va para el hospital.
- Qué bueno, no quiero que se pierda esto. Oh por dios, ahí viene otra contracción – Renata apretaba con fuerza la mano de su madre. Pronto llegaron al hospital y se encontraron con Alfredo y sus padres.
- Ya estoy aquí Ren – dijo Alfredo tratando de calmar a Renata – el doctor ya te está esperando.
- Ya no aguanto más, doctor. – decía Renata cuando el médico la examinaba.
- No se preocupe, está lista. Llévenla a la sala de partos – ordenó el doctor a la enfermera.
- Si, doctor.

Alfredo entró con ella y mientras Magdis, Lety y los padres de Alfredo se quedaron en la sala de espera.

- Ha nacido – dijo Alfredo al salir a la sala de espera.
- ¿Y cómo están?
- Renata ya está bien, y el bebé esta hermoso. No sé aún a quien se parece más. Pero ya la verán. En unos minutos podrán pasar a la habitación de Renata.
- Felicidades hijo, ya eres papá – lo felicitaron sus padres.
Después de un momento Alfredo regresó con Renata y fue cuando los demás pudieron entrar a la habitación a ver al recién nacido y a su orgullosa madre.

- Hija, ¿cómo te sientes?
- Bien mamá. Mira ven a conocer a tu nieto.
- Hola bebé, soy tu abuela Magdis – le dijo a la pequeña criatura que tenía Renata en brazos. Como había dicho Alfredo, aún era muy pronto para ver a quien se parecía.
- Es hermoso – dijo Ana.
- Lo es – agregó Alfredo que estaba hechizado por el nuevo integrante de su familia.
- ¿Se puede? – dijo una voz que salió de la puerta entre abierta.
- ¿Qué hacen aquí? – preguntó Renata, más feliz que sorprendida.
- Queremos conocer a nuestro sobrino – respondieron Helena y Pablo.
- Y a mi nieto – agregó Miguel que venía detrás de ellos.
- ¡Papá! - gritó Renata con mucha alegría.
- Hola Princesa.
- Por dios Renacuajo, segura que es tu hijo no se parece nada a ti, cuando eras bebé.
- Es imposible que lo sepas, Pablo.
- Claro que no, he visto las fotos que mi mamá tiene de nosotros, aunque debo de admitir que es una suerte que se parezca más a Alfredo.
- Creo que nunca sabremos, si se parece a mí, cuando era bebé – agregó Alfredo.
- ¿Y ya saben cómo se llamará?
- Sí.
- Les presentamos a Matías De Icaza Duart – dijo Alfredo lleno de orgullo por su hijo. Él no había conocido a sus padres biológicos y probablemente cuando él nació no le trajo alegría a nadie. Pero con su hijo era muy distinto, él era sangre de su sangre y le daría todo el amor que a él se le había negado en su nacimiento.
- Hola Matías, soy tu tía Helena. Qué bonito estás. – dijo Helena cuando Renata lo puso en sus brazos. Helena sintió una chispa, el deseo de ser madre la llenaba en ese momento.
- Espero que te parezcas más a tu padre, que al Renacuajo de tu madre – dijo Pablo entre risas.
- No eres nada gracioso Pablito – le reclamó Renata. Pablo odiaba que Renata le dijera su nombre en diminutivo, pero debía admitir que él la molestó primero.

Ese día la familia Duart y De Icaza, no pudieron ser más felices. El nuevo miembro de la familia les llenaba de esperanza el corazón.

A los pocos días Helena, Miguel y Pablo regresaron a México pues sus ocupaciones los reclamaban. Cuando hicieron escala en París, Helena había recordado que Oliver estaría en la ciudad esos días y decidió entregarle la invitación de su boda en persona.

- Hermosa, que alegría me da verte.
- A mí también, Oliver.
- Me sorprendió mucho que estuvieras aquí.
- Fuimos a conocer a nuestro sobrino – dijo Pablo.
- Si, el hijo de Renata nació hace unos días.
- Vaya, que noticia. Le hablaré para felicitarla. – Por un momento Pablo había olvidado que Oliver también había convivido con su hermana, mientras vivía en New York y era novio de Helena.
- Ya lo creo – respondió Helena.
- ¿Y cuánto tiempo estarán en la ciudad?
- Solo unas horas, en lo que preparan el jet del padre de Pablo.
- Oh qué bueno que se hayan tomado el tiempo para visitarme, entonces.
- De hecho vinimos, porque quiero entregarte la invitación para nuestra boda.
- Muchas gracias – dijo sorprendido – trataré de hacer lo posible por estar ahí.
- Me haría muy feliz que fueras, Oli. Por favor extiende la invitación a Claire, que tengo muchas ganas de conocerla.
- Lo haré.

Los amigos se despidieron y se marcharon al aeropuerto para reiniciar su camino de regreso a México.
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Amada Amante - Roberto Carlos