jueves, 7 de octubre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 49

Al siguiente domingo regresaron todos de la finca. Renata convenció a Helena para que la ayudara con algunos detalles de la boda. Pero la agenda de Helena no le permitía pasar mucho tiempo con eso, así que contrataron a una wedding planer; a la que dejó muy sorprendida que la boda además de llevarse a cabo en la finca, solo sería por el civil y en lugar de ceremonia religiosa, habría un rito indígena propio de la zona donde estaba la finca. Al parecer Alfredo y Renata habían logrado llegar a un acuerdo sobre sus creencias que también eran un poco distintas.

Helena y Pablo seguían en lo acordado y llevaban una relación muy tranquila. Solían comer juntos y si el trabajo lo permitía, salían por las tardes al cine, a exposiciones y muchos eventos más. Trataban de aparentar ser más amigos que novios.

Habían pasado un mes desde que Helena y Pablo habían llegado a ese acuerdo, cuando él recibió una visita inesperada.

- Hola Pablo
- Laura, ¿qué haces aquí?
- Vine a hablar contigo.
- No tenemos más que hablar.
- Te equivocas. Te confieso que me sentí muy ofendida por cómo me trataron tú y tu padre en la finca. Pero creo que es momento de perdonarnos ¿no crees?
- La que te debe perdonar es Helena, es a ella a quien ofendiste.
- Otra vez esa mujer, Pablo que no te das cuenta que yo te amo más que ella.
- ¿Amarme?
- Si, Pablo. Y más ahora que estoy esperando un hijo tuyo.
- ¿QUÉ? – Pablo se quedó pasmado de la sorpresa.
- No es cierto, solo quería ver tu cara – dijo Laura entre risas.
- No fue gracioso - Pablo sabía que Laura nunca fue muy madura pero esta broma sobrepasaba la elocuencia de cualquier situación.
- Claro que lo fue. Aunque ahora pienso en qué harías si en verdad estuviera embarazada de ti.
- Nada. Eso no tiene caso porque nunca va a pasar.
- Pablo, Yo te sigo amando y no puedo creer que hayas olvidado todo lo que vivimos juntos.
- Tú no amas a nadie que no seas tú. Por eso buscabas dinero y comodidades.
- No me vengas con esas cosas. Desear comodidades no es pecado.
- Claro que no. Lo es cuando utilizas a las personas y lastimas a otras.

- ¿Qué dices?
- Me amabas por los millones que tengo en el banco y por eso le mentiste a Helena. 
- Pablo yo…
- Tu nada, por favor sal de mi oficina y no vuelvas nunca más. No te quiero ver en mi vida.

Laura salió aún más enojada que cuando pasó lo de la finca. Ella ignoraba que Pablo la hubiera escuchado cuando hablaba por teléfono, conocía sus verdaderas razones para estar con él. Pero si ella no era feliz, ellos tampoco lo serían, así que se dedicó a contar cosas terribles de Helena a todos los amigos de Pablo.

Pablo decidió no contar a Helena lo que había sucedido en la tarde con Laura y mejor aprovechó para invitarla a la fiesta de cumpleaños de uno de sus amigos. Nada mejor para introducir a Helena en su mundo que una fiesta.

- Helena, estás hermosa – le dijo Pablo al ver a su novia salir de su departamento. Llevaba un vestido corto de cocktail, era de un morado muy oscuro y satinado.
- Gracias
- Bueno, es hora de irnos – los dos subieron al auto de Pablo y se fueron a la casa del amigo de Pablo, donde sería la fiesta.
- Pablo, que bien que viniste.
- Hola Raúl, Felicidades
- Gracias, gracias. ¿Y dime quién esta bella señorita? - preguntó Raúl al ver que Helena estaba detrás de Pablo.
- Ella es Helena Lascurain.
- Hola Helena, soy Raúl Fonseca
- Mucho gusto
- Definitivamente el gusto es mío. Pero pasen por favor.
- Gracias, ¿oye Guillo ya llegó? – preguntó Pablo
- No, ¿qué no te avisó?
- Avisarme ¿qué?
- Verónica se enfermó y él no quiere estar sin su noviecita. Así que se quedó cuidándola.
- Oh ya veo, es una pena. Quería que Helena los conociera.
- Ya conocerá a los demás no te preocupes.
Al entrar a la sala donde estaban todos los amigos de Pablo y de Raúl, las miradas de los hombres se concentraron en Helena y las mujeres no dejaban de barrerla.

- ¡Pablo! – gritaron sus amigos
- ¿Dónde te habías metido? – preguntó uno.
- Había estado ocupado con la empresa.
- Oh. ¿Y quién es ella?
- Les presentó a Helena Lascurain, una amiga de la infancia. – Pablo y Helena habían acordado no revelar su relación a los demás hasta que pasará más tiempo.
- Mucho gusto Helena – respondían todos.
- Mira Hel, ellos son Carlos, Max, Alan, Mauricio, Esteban, Alex y Marcos – dijo Pablo señalando a todos sus amigos de derecha a izquierda.
- Él gusto es mío.
- ¿Y a qué te dedicas Helena? – preguntó Max.
- Trabajo para UN, en una oficina que se acaba de establecer en México. Básicamente analizamos las condiciones económicas y sociales y sus consecuencias en diferentes aspectos.
- Oh ya veo. Además de guapa eres inteligente – dijo Alex
- ¿Y cómo es posible que siendo tan linda nunca te hayamos visto?
- Llevó 10 años fuera del país.
- ¿Y dónde vivías?
- 5 años viví en Berlín y los otros 5 en New York
- ¿Y dejaste un novio por allá?
- Alan, no seas tonto, no ves que ella está saliendo con Pablo.
- ¿Eso es cierto?
- Pues si más o menos – dijeron entre risas los dos. Viéndose a los ojos que delataban su gran amor.

La plática y las risas continuaron. Helena acaparaba toda la atención de los hombres y eso puso a las mujeres, algunas de ellas sus novias, aún más envidiosas de Helena.

- La mujer que viene con Pablo es muy bonita, ¿no crees? – dijo, una de las recién llegadas a la fiesta, al una de las mujeres que estaban en el jardín.
- Lo que tiene de bonita lo tiene de zorra – le respondió otra.
- ¿Por qué dices eso?
- ¿Acaso no has oído lo que dicen de ella?
- No
- Dicen que ella provocó que Pablo y Laura terminarán.
- Por dios, esos dos tenían los días contados.
- Sí, pero eso no quita el hecho de que hayan terminado por su culpa.
- ¿y qué se supone que hizo?
- Pues resulta que visitó a la familia de Pablo en la finca que tienen. Y no le importó que Laura estuviera ahí para seducir a Pablo. Dicen que la dejó en plena fiesta de cumpleaños por irse a con esa, y he oído que parece que Laura encontró a esos dos en una situación bastante comprometedora que obviamente no podían justificar.
- Vaya, pero también es culpa de Pablo por fijarse en mujeres así.
- Lo sé. Yo que tú tenía más cuidado con tu novio, no vaya a ser que Pablo le aburra pronto y quiera cambiar.
- ¿La crees capaz?
- Ahora que la he visto sí. Qué no ves como tiene a todos los hombres de la fiesta. Y ese puesto del que tanto presume quien sabe con qué favores lo haya conseguido, las mujeres como ella nunca son tan inteligentes.
- Pues te haré caso. Voy con Javier.
- Espera te acompaño que quiero otra bebida. Las dos mujeres de alejaron, sin saber que Helena estaba en el balcón de arriba y había oído todo. No pudo contener las lágrimas y prefirió irse antes de que la vieran llorar.

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Recomendación: ¿Y qué? - José José

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