lunes, 4 de octubre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 46

- No se te olvide tu promesa – le dijo Pablo a Helena cuando el último invitado se retiró. 
- No lo haré. 

En ese momento se separaron para poder llegar por separado, pues aún era muy arriesgado que los vieran más tiempo, juntos. 

Pablo fue el primero en llegar, solo había pasado a su habitación por una cosa, su guitarra. La cabaña estaba preparada para recibir visitas en caso de que algún invitado tuviera que quedarse pero no fue así. Mientras esperaba a Helena, empezó a componer una nueva canción. 

Helena tenía miedo de ir al encuentro de Pablo, no sabía que podía pasar, todo era muy confuso en ese momento. Tardó más caminando pues quería que el aire fresco de Octubre, la ayudará a relajarse un poco. Cuando llegó a la cabaña escuchó de nuevo a Pablo cantar. 

- Si tú supieras,
Que tu recuerdo me acaricia como el viento,
Que el corazón se me ha quedado sin palabras,
Para decirte que es tan grande lo que siento. 

Si tú supieras
Cómo te ansía cada espacio de mi cuerpo,
Como palpitan tus recuerdos en el alma,
Cuando se queda tu presencia aquí en mi pecho. 

Ven, entrégame tu amor,
Para calmar este dolor de no tenerte,
Para borrar con tus caricias mis lamentos,
Para sembrar mil rosas nuevas en tu vientre. 

Ven, entrégame tu amor,
Que está mi vida en cada beso para darte,
Y que se pierda en el pasado este tormento,
Que no me basta el mundo entero para amarte. 

Si tú supieras,
Que es como un grito,
Que se estrella en el silencio,
Este vacío de tenerte solo en sueños,
Mientras me clama el corazón por ser tu dueño. 

Si tú supieras,
Cómo desangran en tus ojos mis anhelos,
Cuando me miran sin saber que estoy muriendo,
Por entregarte la pasión que llevo dentro. 

Ven, entrégame tu amor
Que sin medida estoy dispuesto a enamorarte,
Borra por siempre de mi vida,
Todas las lágrimas que habitan,
En cada noche sin tus besos,
En el rincón de mis lamentos. 

- Pablo, solo él puede escribir algo así – se dijo a sí misma. Era un hecho que los dos se morían en deseo por tenerse de nuevo. Se llenó de valor y abrió la puerta. 
- Hola – dijo Pablo que se levantó de inmediato de la silla donde estaba sentado. 
- Hola – respondió 
- Creí que no vendrías – le dijo un poco apenado 
- Es que… 
- Lo que importa es que estas aquí. 
- Este lugar sigue igual de bonito. 
- Sí, pero ven pasa, no te quedes ahí. 
- Te oí cantar – dijo después de un momento de silencio incómodo. 
- ¿Te ha gustado? 
- Sí, es hermosa - dijo mientras se iba acercando poco a poco a él, hasta que quedaron cara a cara. 
- Mi… Helena – él soltó la guitarra y tomó a Helena en sus brazos. Al sentir su cercanía, ella buscó su cara y lo besó. 
- Pablo, te necesito – fue lo que decía mientras él le besaba la cara. Él tenía tantas ganas de estar con ella y esa frase fue todo lo que necesitaba. La siguió besando hasta descender por su mandíbula a su cuello. El roce de sus labios hacía que Helena quisiera gritar como consecuencia de todo lo que estaba sintiendo por dentro. Sin pensarlo más empezó a desabotonarle la camisa a Pablo y colocó sus manos sobre su pecho, era más que agradable sentir su piel desnuda. Él desabrochó la parte de arriba del vestido y escuchó como la tela se deslizaba por el cuerpo de Helena hasta caer en el piso. 
- TE AMO, Mi Helena. Nunca he dejado de amarte. – le decía mientras los besos continuaban. 
- TE AMO, Pablo, TE AMO – respondió ella, cuando cayeron en la cama. Recordaban la última vez que habían estado juntos y sus manos se aseguraban de que fuera la misma sensación, pero no era así, era mil veces mejor. Sus cuerpos se hicieron uno, y ellos se abrazaban al límite de sus fuerzas. Helena apretaba sus manos a la espalda de Pablo y él accedía a lo que ella quería. 
- Mi Helena, solo mía – dijo cuando miro su cara y en lugar de un éxtasis incontrolable solo había una paz absoluta. 
- Siempre tuya – le respondió. Al verse a los ojos se perdieron en ellos, a Pablo le maravillaba ver el brillo de ese azul profundo, y a Helena se perdía en el brillo de las tonalidades de los ojos de Pablo. En ese momento sus almas se fusionaron para nunca más separarse. 

Después de ese momento de gloria por haber estado juntos, Pablo atrajo a Helena a su pecho y la abrazó. Ella pudo de nuevo oír el latido de su corazón. 

- Helena, ¿me aceptas de nuevo en tu vida? 
- No puedo – esa respuesta sorprendió un poco a Pablo 
- ¿Por qué? 
- Porque nunca has salido de ella. ¿Y tú me aceptas? 
- Siempre. En 10 años no pasó ni un solo día en que no pensará en ti, incluso cuando me esforzaba por cumplir esa absurda promesa que te hice. 
- Sólo quería que fueras feliz, nunca creí que algún día volvería. 
- Nunca me voy a perdonar el haberte dejado ir tan fácil. Si hubiera insistido más, me habría ido contigo a Alemania y nada de esto hubiera pasado. 
- El hubiera no existe, no te lastimes más. 
- El estar separados solo hizo que mi amor por ti creciera aún más. 
- Yo también te amo más que hace 10 años. 
- Mi Helena, solo mía. – le susurró mientras la abrazaba con más fuerza. 
- Me siento tan feliz estando en tus brazos. – decía mientras le besaba el pecho, el cuello, para pronto llegar a sus labios. 
- Helena fuiste la primera mujer con la que estuve y sé que a partir de ahora no habrá nadie más en mi vida, pero necesito que me perdones por las veces en que no fue así. 
- No, Pablo. Olvídalo, no te puedo culpar por eso. Nos amamos y eso no ha cambiado pero fueron demasiados años y te entiendo. 
- Eso quiere decir que tu también… - preguntó dudoso 
- Si, perdóname. Aunque solo fue una vez eso no quita el hecho de que estuve con otra persona. 
- ¿Fue con ese novio que tuviste en New York? 
- Si – respondió apenada. 
- No, Helena no te pongas así. Yo no necesito perdonarte nada. 
- ¿De verdad no te importa? 
- Claro, que no. Lo único importante es que siempre has sido mía y siempre lo serás. 
- Siempre. 
- ¿Y a ti te importa lo mío? 
- No. Solo sé que ahora no estarás con nadie más que conmigo. 
- Esa idea me encanta. 
- En que nos quedamos, entonces… - Helena volvió a besar a Pablo, esta vez con más intensidad. Lo que había pasado en la vida de Pablo mientras ella no estaba le importaba muy poco. Pero aún así quiso borrar con sus besos cualquier recuerdo que él tuviera de otra mujer. Al principio Pablo tenía miedo de que Helena hubiera disfrutado más estar con otro que con él, así que también hizo lo posible por hacerla olvidar. Todo su pasado quedó atrás porque los unía algo más que una simple relación carnal, a ellos los unía el verdadero amor que sólo el alma entiende. 

Helena se quedó dormida en los brazos de Pablo, mientras tanto él estaba absorto viendo la tranquilidad que había en la cara de ella. La idea de tenerla ahí tan cerca, de saber que había sido de nuevo suya, le resultaba tan surrealista. Poco a poco las notas de una nueva canción se le venían a la mente. Y su corazón le ponía palabras a la melodía. Él comenzó a cantar por lo bajo, para arrullar a la mujer que más amaba en el universo, a su Helena. 

Me muero por suplicarte que no te vayas, mi vida,
me muero por escucharte decir las cosas que nunca digas,
más me callo y te marchas,
mantengo la esperanza
de ser capaz algún día
de no esconder las heridas
que me duelen al pensar que te voy queriendo cada día un poco más
¿Cuanto tiempo vamos a esperar? 

Me muero por abrazarte y que me abraces tan fuerte,
me muero por divertirte y que me beses cuando despierte
acomodado en tu pecho, hasta que el sol aparezca.
Me voy perdiendo en tu aroma,
me voy perdiendo en tus labios que se acercan
susurrando palabras que llegan a este pobre corazón,
voy sintiendo el fuego en mi interior. 

Me muero por conocerte, saber qué es lo que piensas,
abrir todas tus puertas
y vencer esas tormentas que nos quieran abatir,
centrar en tus ojos mi mirada,
cantar contigo al alba
besarnos hasta desgastarnos nuestros labios
y ver en tu rostro cada día
crecer esa semilla
crear, soñar, dejar todo surgir,
aparcando el miedo a sufrir. 

Me muero por explicarte lo que pasa por mi mente,
me muero por intrigarte y seguir siendo capaz de sorprenderte,
sentir cada día ese flechazo al verte,
¿Qué más dará lo que digan?¿Qué más dará lo que piensen?
Si estoy loco es cosa mía
y ahora vuelvo a mirar el mundo a mi favor,
vuelvo a ver brillar la luz del sol. 

Me muero por conocerte, saber qué es lo que piensas,
abrir todas tus puertas
vencer esas tormentas que nos quieran abatir,
centrar en tus ojos mi mirada,
cantar contigo al alba
besarnos hasta desgastarnos nuestros labios
y ver en tu rostro cada día
crecer esa semilla
crear, soñar, dejar todo surgir,
aparcando el miedo a sufrir.
________________________________________________
Si tu supieras - Alejandro Fernandez
Sin miedo a nada - Alex Ubago

No hay comentarios:

Publicar un comentario