lunes, 25 de octubre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 67

A pocos días de la boda llegaron Renata y Alfredo con Matías. Todos estaban contentos de tenerlos de nuevo en casa. Y al ver más grande a Matías se dieron cuenta que era la perfecta combinación entre Alfredo y Renata, había heredado los ojos de su madre y la tranquilidad de su padre. Los rasgos finos de su cara eran propios de los Duart y su cuerpo era largo, presagio de que heredaría la altura de Alfredo.

- Ren, ¿qué tienes? Has estado muy seria conmigo desde que llegaste.
- Helena es que estoy muy decepcionada.
- ¿Por qué?
- Porque me enteré que has elegido a Verónica como tu dama de honor.
- Ay Ren – Helena se levantó y abrió el closet de Renata, de donde sacó un gancho con una funda que cubría alguna prenda – Tu también serás mi dama de honor.
- ¿Qué? – preguntó Renata sorprendida al ver el vestido que Helena había escogido para ella.
- Sí, la he elegido a ella, pero también a ti. Renata ya te dije que eres como mi hermana y no podría haber pasado por alto eso.
- Gracias Hel.
- ¿Cómo pudiste pensar que me había olvidado de ti?
- Perdón Hel. Es que ahora te veo tan unida a Verónica.
- Es cierto Vero y yo nos llevamos de maravilla, pero tú eres mi hermana, ya te lo dije.
- Lo sé. Ahora espero que me quede ese vestido
- Ya verás que sí, ordené que le dejaran unos cm más, pero de todas formas Matías no te hizo engordar casi nada.
- ¿Casi?
- Es broma, ven vamos a que te midas el vestido.

La ceremonia religiosa sería un sábado de Julio y por tanto según lo que habían acordado, la ceremonia civil 
se llevaría a cabo el viernes en la finca. Los invitados solo incluían a las personas más cercanas a la familia.

Álvaro había llegado ese mismo día en la mañana de New York, él estaba enterado de que Helena y Pablo vivirían en la casa que alguna vez fue suya, y contrario a lo que pensaban todos, él tomó la noticia con demasiada alegría. Nada en el mundo le gustaba más que su hija volviera a llenar esa casa de luz.

Estaban en la finca y Helena estaba lista para bajar a donde se realizaría la ceremonia civil.

- Nenita, que alegría me da el que por fin vayas a unir tu vida a la de Pablo, que ha demostrado amarte a pesar de todo.
- Lo sé papá, no podría estar más feliz. Solo quisiera que mi madre pudiera compartir este momento con nosotros.
- Yo deseo lo mismo. Pero quizá desde donde este, logre ver lo feliz que eres.
- Eso espero Papá.
- Bueno, vamos que el juez ya te está esperando.
- Está bien. Vamos.

La ceremonia sería en el interior de la casa, pues el jardín estaba en muy malas condiciones después de las lluvias de la semana.

Cuando Pablo vio a Helena bajar por las escaleras, se sintió extasiado, ella estaba ahí tan hermosa como siempre, lista para convertirse en su esposa por la leyes de los hombres. Su vestido era de una tela muy fina,   de un hombro y las telas caían al piso con delicadeza y se movían con un leve balanceo. Pablo por su parte impresionó a Helena, sus ojos brillaban más que nunca y le dedicaba sonrisas coquetas que le quitaban la respiración, vestía un traje color arena muy claro que lo hacía ver elegante y sobre todo muy guapo.

- Puede iniciar ahora – le pidió Magdis al Juez.
- Señoras y Señores, nos hemos reunido aquí, el día de hoy para dar celebración… - Helena y Pablo poco escuchaban de lo que decía el juez. De no haber sido por Guillo que se limpio la garganta cuando el juez llamó a Pablo, el se hubiera quedado callado – ¿Pablo Duart de Cordona acepta como su legítima esposa a Helena Lascurain Briz?
- Acepto – dijo con voz clara y una sonrisa que no podía evitar.
- Y Usted ¿Helena Lascurain Briz acepta a Pablo Duart de Cordona como su legítimo esposo?
- Acepto – la voz de Helena sonó delicada pero segura de lo que decía.
- Así pues, y visto su consentimiento, y en virtud de las facultades que legalmente me han sido otorgadas, los declaro desde este momento marido y mujer.
- ¡Bravo! – aplaudieron los asistentes. Pablo tomó delicadamente la cara de Helena entre sus manos y la besó. Mientras todos felicitaban a la nueva pareja los meseros que habían contratado para el catering, repartían copas con champagne.
- Por los novios – dijo Guillo al levantar su copa.
- Por los novios - respondieron al unísono los demás invitados.

La recepción fue muy amena, pero duró muy poco tiempo, ya que todos debían regresar a la ciudad para la ceremonia del día siguiente.

Pablo fue a dejar a su esposa a su departamento, pero antes ella le pidió que pasaran a la que en unos días sería su casa.

- Ven, entra. – le pedía Helena.
- ¿Qué pasa?
- Quiero que veas lo que han hecho en esta habitación. – respondió Helena cuando señaló la antigua habitación que ella ocupó cuando vivía ahí. Abrió la puerta y jaló a Pablo para que entrara.
- ¿Qué es esto? – preguntó Pablo cuando ella encendió la luz.
- Mi regalo de bodas, tu propio estudio de grabación.
- Helena es maravilloso, pero…
- Shh, solo quiero que tengas donde grabar todas esas maravillosas canciones que me has compuesto. Y ni me vayas a decir que no sabes, porque Renata me dijo que tomaste todo un curso sobre esto.
- Gracias, Helena. Pero déjame preguntarte algo.
- ¿Qué cosa?
- ¿Por qué lo mandaste poner en donde era tu habitación?
- Porque aún recuerdo nuestras tardes juntos y como solías tocar y cantar para mí. Aquí los dos solos, alejados del mundo.
- Mi Helena – dijo con ternura antes de besarla – mi hermosa y tierna esposa.
- Tú esposa, que bien se oye.
- Desearía que fuera mañana para que todos supieran que ya eres mía.
- Yo también y por eso me temo que será mejor que nos marchemos.
- Está bien.
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Love Theme Romeo&Juliet - Henry Mancini

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