viernes, 8 de octubre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 50

“¿Dónde estás?” – preguntó Pablo por mensaje.
“Estoy en mi departamento”
“¿Por qué no me avisaste? Te hubiera llevado”
“No era necesario, diviértete. Te veo mañana”

Helena se quedó sentada en el sillón de su sala, llorando. Se quedó pensando en todo lo que había pasado y a pesar de que era muy feliz, eso se veía opacado por los comentarios de los demás.

- ¿Helena? Abre por favor – decía Pablo que tocaba la puerta
- Entra – dijo al abrir la puerta. Pero no se asomó.
- ¿Por qué te fuiste así?
- Me sentí mal
- ¿Y por qué no me dijiste?
- No quería que dejaras a tus amigos, tenía mucho que no convivías con ellos
- Eso no importa, lo único que me importa eres tú – al acercarse a ella y tomarle la cara entre las manos, se dio cuenta que estaba llorando - ¿por qué lloras?
- Por nada, no tiene caso.
- Si no lo tiene por qué te pones así. Dime la verdad de lo qué te pasa.
- En la fiesta oí algo que… no, no tiene caso que te lo diga.
- Por favor, Helena, dímelo.
- Escuche a unas mujeres comentar que por mi culpa te separaste de Laura. Dicen que te seduje y… - a Helena se le cortó de nuevo la voz. Inmediatamente Pablo la abrazó, pero lo poco que había oído le enojo demasiado.
- Tú sabes que nada de eso es cierto.
- Lo sé, pero …
- Helena esa gente solo busca dañar a personas como tú, porque te tienen envidia.
- Ay Pablo, es que tengo miedo que todos esos rumores afecten la relación con tus amigos.
- Claro que no. Y si eso llegara a pasar, solo demostraría que no son mis amigos.
- Es que no quiero que mi presencia te cause problemas y que también hablen de ti. Sabes que mi intención nunca fue separarte de Laura.
- Por favor, Helena no digas eso. Lo de Laura estaba por terminar y lo que hablen de mí que más importa. Sólo quiero que estés bien.
- Gracias.
- Ahora dime, ¿cómo eran esas mujeres?
- ¿Para qué quieres saberlo?
- Sólo dímelo.
- Pablo, no por favor no digas nada. No vale la pena.
- Nadie te va a ofender Helena. Mientras yo esté a tu lado no permitiré ninguna falta hacía ti.
- No, solo déjalo pasar.
- Debes recibir las disculpas que te mereces
- Por favor, Pablo. No quiero causar más chismes.
- Pero…
- Por favor – dijo con más lágrimas en los ojos.
- Está bien, pero entonces deja de llorar. ¿Sí?
- Ay Pablo, abrázame – él la abrazó y ella se recostó sobre su regazo. Pablo le cantó una bella canción al oído y ella poco a poco se fue quedando dormida.

Al otro día despertó en su cama con Pablo al lado y abrazándola.

- ¿Cómo te sientes? – preguntó Pablo que llevaba más tiempo despierto
- Mejor. Perdóname Pablo se que hice una tormenta en un vaso de agua. – Helena solo dijo eso para tranquilizar a Pablo pues en verdad lo que había escuchado la seguía inquietando.
- Ya no pienses más en eso. – cuando dijo esto la abrazó mas contra su cuerpo.
- Oye, ¿cómo iba la canción de ayer?
- ¿Cuál?
- La que cantaste cuando estábamos en la sala.
- Ah, ¿te gustó?
- Sí, me la vuelves a cantar.
- Claro.

En serio crees que me importa
Eso que dicen de ti,
Pero como corazón
Quien te puede derribar
Si eres todo para mí,

Acaso vas a rendirte
Por lo que hablen los demás
Que se enteren de una vez
Yo jamás renunciare al amor que tú me das

Si acaso voy amarte más
Cuanto más te desprecien más
Cuanto más te condenen más
Y si nunca te aceptan más
Y si además te sentencian más
No me importa mi suerte
Yo he de quererte más.

Acaso tú te arrepientes
Por lo que pueda pasar
Si es contigo para mí
Con quien tú quieres vivir
Que te importan los demás en serio
Crees que me afecta que me insistan déjala
Ni lo pienses corazón no hay en el mundo razón
Para dejarte de amar


- Me pregunto en ¿qué te habrás inspirado?
- Buena pregunta.
- ¿Qué te parece si te invito a desayunar, como disculpa por lo que pasó?
- Me parece una buena idea, pero creo que primero, tu buena acción de soportar mis escenas se ha ganado un beso – se acercó más a Pablo y lo besó lentamente, haciéndolo desear más. Él la apretó contra sí y sintió como su cuerpo se estremecía.
- Te amo.
- Te amo. – probablemente el beso los había dejado insatisfechos pero su necesidad de alimento era mayor, ya que sus estómagos no paraban de hacer ruido, lo que desató risas en ambos.

________________________________________________
Más - José José

No hay comentarios:

Publicar un comentario