sábado, 16 de octubre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 58

Los dos subieron y Helena sacó las pruebas de embarazo que habían comprado, se metió al baño y salió al poco rato. 

- ¿Y bien? – la voz de Pablo dejaba notar el nerviosismo y la emoción propia de un futuro padre. 
- Aún no lo sé, debemos de esperar 15 minutos. 
- Oh, está bien. ¿Y cómo te sientes? 
- Bien, el té me sentó de maravilla. 
- Me refería al hecho de que podrías estar… - por alguna razón la palabra le costaba un poco de trabajo pronunciarla, no es porque no lo deseara, pues a decir verdad le hacía una ilusión enorme pero algo no lo dejaba decirla aún. 
- Pues bien. Es algo que no esperaba, pero me emociona saber podría tener una parte de ti, en mi vientre. 
- Mi Helena, te amo, te amo, te amo tanto – le dijo cuando la abrazó y besó tiernamente. 
- Te amo Pablo y nada me gustaría más que ser la madre de tus hijos. 
- Lo serás, lo serás… - se siguieron besando hasta que el cronometro que habían puesto sonó. 
- Lo vemos a la de 3, ¿sí? 
- 1, 2… 3 – ambos levantaron la prueba y vieron son decepción el resultado. 
- Negativo. 
- ¿Y la otra? 
- También salió negativa. – respondió Helena con evidente decepción en la voz. 
- Vaya, creo que aún no ha llegado nuestro momento. 
- Creo que no. 
- No llores Helena – dijo Pablo al ver lágrimas en el rostro de ella. 
- Es que me había hecho ilusiones, sé que no debí, que no era seguro. 
- Tranquila. 
- Abrázame Pablo. 
- Shh, tranquila, ven acá – Pasaron abrazados mucho tiempo. 
- Srita. Helena – dijo una de las personas de la finca – el Sr. Miguel y el Sr. Álvaro acaban de llegar. 
- Gracias – respondió Helena con más ánimo. 
- ¿Ya te sientes mejor? 
- Sí, las nauseas han cedido por completo y de lo otro pues creo que ya llegará el momento indicado, supongo que mi atraso se debió al stress de la semana, suele pasarme desde que era adolescente. 
- Supongo. Pero no estaría de más que vieras al doctor – dijo Pablo dándole un beso en la punta de la nariz. 
- Sí, no te preocupes. Pero bueno, voy a lavarme la cara y bajamos. 
- Aquí te espero. 

Helena y Pablo bajaron a la sala donde ya estaban todos saludando a Álvaro. Todos eran muy felices al estar en familia, la gran familia que habían formado hace tantos años, en donde solo faltaba un integrante: Carolina. 

Los padres de Alfredo llegaron 2 horas después, al igual que los demás invitados que incluían a algunos de los más importantes empresarios y personajes de la sociedad mexicana y de la comunidad española en México, a la cual pertenecían los Duart, los padres de Alfredo y Helena por parte de su difunta madre. 

La tía Lety llegó de última hora y sin sus hijos que no habían podido hacer el viaje desde España. Algunos invitados llegarían hasta el día siguiente pues sus ocupaciones no les permitían viajar antes a la finca. 

- Los padres de Fred me han caído excelente, son lindísimos y tan agradables - le comentó Helena a Renata cuando regresaban de dejar a la Wedding Planer en su habitación. 
- Como no te das una idea 
- ¿Por qué? 
- Ay Hel, es que no te he contado algo sobre Alfredo. 
- ¿Qué es? 
- Alfredo es el hijo adoptivo de Ana y Alfredo. 
- No te creo. 
- Ana y Alfredo no pudieron tener hijos y decidieron adoptar. Aún vivían en Madrid cuando adoptaron a Alfredo que tenía 3 años. 
- ¿Y sus verdaderos padres? 
- No lo sabe. Dice que nunca le ha interesado saber, y bueno por un lado tiene razón. Con padres como ellos, a nadie le importa que fue de los otros. 
- ¿Y Alfredo desde cuando lo supo? 
- Tenía unos 15 años cuando se entero. 
- ¿Y qué hizo? 
- Pues al principio le costó un poco de trabajo aceptar la idea, pero al darse cuenta de lo maravillosa que había sido su vida al estar con Ana y Alfredo pues ya no le importó más. 
- Increíble. 
- Demasiado. 

Se fueron a dormir temprano pues al otro día a Renata le esperaba una larga jornada. Helena se mejoró de sus malestares gracias a los cuidados de Toña, y al otro día se fue con Pablo a dar un paseo al arroyo. 

- Pablo… - decía mientras él la besaba sin mesura. 
- Mmm – él ni siquiera podía dejar de besarla para responderle. Tenía a Helena sobre las piernas y sus manos la sujetaban por la cintura para que no se separara de él. Trataba de deshacerse de los botones de su blusa, pero no podía ni siquiera concentrarse. 
- Ya es tarde, tenemos que regresar – decía Helena con voz entrecortada. 
- Hel… no, quiero estar contigo – le susurró al oído cuando le tomó el pelo con la mano para poderle besar el cuello. 
- Yo también, pero el estilista está por llegar y aún tengo que desayunar. Y si las cosas se atrasan por mi culpa Renata me va a matar. 
- No. Por favor. 
- Valdrá la pena
- ¿Ah sí? 
- Sí… te lo prometo. 
- Ay está bien. 
- Bien, vámonos. 

Se regresaron a la finca y Helena se metió a bañar de nuevo, para bajar a desayunar lo más rápido posible. Estuvo lista a tiempo para que el estilista la arreglara antes de que a Renata, que estaba más nerviosa que nunca. 

- Relájate, Ren. 
- No puedo. Es que son tantas cosas. 
- ¿Sigues con miedo? 
- No, creo que lo he superado. 
- ¿Entonces? 
- Ay Hel, es que no puedo creer que me vaya a casar. Siempre creí que eso no era para mí y mírame ahora. 
- Eso es una muestra de cómo el amor cambia a las personas. 
- Lo sé, solo mira a Alfredo, de ese hombre serio y reservado solo queda el fantasma. Nunca creí poder querer tanto a una persona. 
- Y tú eras la que se burlaba de Pablo y de mí. 
- Ya ni me digas que aún recuerdo mis hermosas bromas. 
- Por cierto, no me has dicho a donde se irán de Luna de Miel. 
- Ah eso, pues decidimos irnos a Cuba, 10 días. 
- ¿Cuba? ¿Tú y Fidel? 
- Lo sé, increíble en mí. Además Alfredo se negó a que yo pusiera dinero para irnos a un destino más interesante. Pero él asegura que sus playas son hermosas. 
- De eso no hay duda. 
- ¿Y cuándo se irán a Ginebra? 
- Una semana después de que regresemos de Cuba. 
- ¿Y vendrán en Navidad? 
- Eso aún no lo sé, no sabemos si Alfredo podrá. 
- Ay Ren te voy a extrañar tanto. 
- Yo también Helena. Pero me consuela que te quedes en buenas manos. Mi hermano te ama cada día más. 
- Y yo a él. Y todo gracias a ti. 
- Yo solo hice lo que podía. 
- Vaya que fue demasiado. Renata la alegría volvió a mi vida, gracias a ti. Te juro que te mereces ser la mujer más feliz al lado de Fred. 
- Espero que tus deseos se hagan realidad. 
- Lo harán, lo sé. 
- Gracias. Hel, mi hermana como te quiero. 
- Y a ti. 
- Vamos niñas basta de sentimentalismos, ha llegado el momento. – dijo el estilista al mostrarles que estaban listas y lo único que faltaba era ponerse sus vestidos. 

Helena ayudó a Renata a ponerse el vestido y después de ella se puso el suyo, las dos se veían hermosas. Faltaba muy poco tiempo para que diera inicio la ceremonia civil y ya estaban listas cuando Magdis y Lety entraron a la habitación. 

- Por dios Renata estas lindísima – dijo su tía 
- Gracias tía. 
- Bien princesa es hora de que vaya a buscar a tu padre y a decirle a Alfredo que tiene que irse al jardín. 
- Está bien, mamá. 
- No te preocupes Magdis, tú quédate un poco más con Ren, yo voy a buscarlos – se ofreció Helena. 
- Estás loca Helena – dijo Lety 
- ¿Por qué? 
- Porque no permitiré que mi sobrino te vea así antes de la boda. 
- Pero si yo no soy la que me caso. 
- No, pero quiero ver su cara de sorpresa cuando te vea bajar por esas escaleras. Te apuesto lo que quieras a que se le saldrán los ojos al ver lo bella que estás. 
- Ay tía. 
- Nada de ay tía, sabes que es la verdad. Así que yo iré. Lety salió de la habitación y cuando fue el momento entró Miguel vestido muy elegante, para llevar a su hija al jardín.

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