sábado, 23 de octubre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 65

Al otro día en la mañana fueron a la casa de sus padres.

- ¿Papito?
- Helena, hija. Que gusto me da oír tu voz.
- A mí también, te extraño mucho.
- Yo también nenita.
- Papá, estamos en la casa de Pablo, con Magdis y Miguel.
- Salúdalos de mi parte por favor.
- No será necesario, te pondré en el “alta voz”.
- Hola, Álvaro – saludó Miguel
- Hola Magdis, Miguel. Qué alegría oírlos. - A nosotros también nos da gusto, pero ¿tú sabes qué se traen estos dos?
- No, pero lo supongo.
- Está bien – dijo Pablo, antes de que Álvaro continuara con sus teorías – Renata ya está en la línea.
- Hola, princesa – saludaron sus padres.
- Hola a todos. Anda Pablo díganos ya que pasa. - Está bien. Ayer le propuse matrimonio a Helena y ella ha aceptado. –dijo lleno de alegría.
- Felicidades – dijeron sus padres.
- Vaya, ya era hora – agregó Renata, con su humor característico – cuando nazca su sobrino ya tendrá a sus tíos casados. 
- ¿Qué? – dijeron todos.
- Sí, será niño. - Ren, que alegría.

Todos se concretaron en felicitar a la futura pareja y a la madre de otro miembro más de la familia. Miguel y Magdis decidieron salir a comer para festejar las noticias que habían recibido.

- Y ya decidieron ¿cuándo será la ceremonia?
- Pues creemos que en un mes, estarían listos los detalles para una boda íntima con pocos amigos – respondió Pablo
- Ah no señor, usted no tiene idea de lo que implica ser un Duart. Y toda la responsabilidad que tienes como heredero de las empresas de tu padre. - le replicó Magdis.
- Pero…
- Nada de peros, además no crees que Helena se merece la boda de sus sueños.
- Magdis, yo también quiero algo sencillo.
- Otra que no sabe sus responsabilidades. Hija, además de lo que ya le dije a Pablo, tu también tienes obligaciones, tu padre es muy conocido y respetado aquí en México y en UN.
- Bueno eso no lo habíamos tomado en cuenta.
- Son jóvenes. Y tu madre y yo siempre nos hacíamos responsables de esas cosas, pero ahora les toca a ustedes saber las normas que tenemos que cumplir.
- ¿Entonces en cuanto tiempo crees que sería aconsejable? – preguntó Pablo
- Debería de ser un año, pero sé que ustedes no lo van a aceptar. Así que ¿qué les parece 5 meses?
- 5 meses – dijeron sorprendidos Pablo y Helena.
- Sí, no tienen idea de los detalles que se tienen que organizar para una fiesta de esta magnitud
- ¿Qué magnitud mamá? – dijo asustado Pablo, que conocía muy bien a su madre.
- 1000 invitados.
- ¿Qué?
- Y eso acortando la lista.
- Entonces nuestra idea de que sea en la finca, no va a poder ser – agregó Helena.
- ¿Querían hacer su boda en la finca? – preguntó Miguel
- Sí.
- Creo que podremos arreglárnoslas para adaptar la finca y recibir a todos los invitados.
- Es demasiado Miguel, la finca nunca ha recibido a tanta gente. Y cómo pretendes que lleguen, nadie va a querer hacer 3 horas de viaje.
- Lo hicieron con Renata. – alegó Pablo.
- Sí, pero era distinto, no fue tanta gente. Además en esa época llueve demasiado en la finca.
- ¿Entonces?
- Les propongo algo. La ceremonia civil puede ser un día antes en la finca, con muy pocos invitados y la religiosa será aquí en la ciudad – sugirió Magdis.
- A mí me parece bien – respondió Helena.
- Está bien – dijo Pablo.
- Solo espero que me dé tiempo de organizar todo – suspiró Helena preocupada por el tiempo.
- De eso no te preocupes hija, Lety y yo nos encargaremos de todo junto con la wedding planer.
- ¿En serio?
- Claro, a mi hermana le encantan esas cosas.
- Y no solo a ella – dijo Miguel.
- Y a mí también. – agregó Magdis después del comentario de su esposo.
- Gracias.

Helena y Pablo habían aceptado que Magdis tenía razón sobre la importancia de sus familias y no pusieron más objeciones. Esa misma tarde se reunieron en la casa de Guillo y Verónica, ellos aún no se casaban gracias a los pensamientos modernos de Verónica que prefería vivir en unión libre primero.

- Vale Helena, te ves diferente, como que te brillan más los ojos – dijo Verónica
- ¿En serio?
- Sí
- Creo que hay una razón – agregó Pablo.
- ¿Y cuál es? – preguntó Guillo que llegaba a la sala con algunas bebidas.
- Nos vamos a casar – dijo Helena con una sonrisa.
- ¡Felicidades! – gritó Verónica, feliz por sus amigos.
- Pablo que guardado te lo tenías – reclamó Guillo.
- Quería que fuera sorpresa para todos.
- Y vaya que lo ha sido.
- ¿Y cuándo será la boda?
- En julio.
- Vale tendré que ir buscando el vestido para el evento del año – dijo entre bromas Verónica.
- Bueno, también de eso queríamos hablar con ustedes.
- ¿Qué pasa?
- Guillo eres mi mejor amigo y me gustaría que fueras mi padrino de bodas.
- Claro que sí, Pablo. Nada me gustaría más que verte unir tu vida a la de una mujer que te hace tan feliz.
- Gracias, Guillo.
- Verónica, se que tenemos poco tiempo de amistad, pero me gustaría saber si te gustaría ser mi dama de honor.
- Por dios, Helena, sería un honor para mí. Vos eres una chica encantadora y te has convertido en mi mejor amiga.
- Gracias, Verónica, yo también te considero mi mejor amiga.
- Esto merece un brindis – dijo Guillo - Por Helena y Pablo
- Nuestros mejores amigos – agregó Verónica.
- ¡Salud!
Helena sabía que además de sus amigos en México, había alguien más a quien debía informar sobre su boda.

- Oliver – pensó cuando Pablo la dejó en su departamento.

Inmediatamente encendió su computadora y le envió un correo electrónico.

Oliver, ¿Cómo estás?, recibí tus felicitaciones por mi cumpleaños. Muchas Gracias. Espero que todo esté saliendo de maravilla en la Unión, ya vi que te han ascendido y me da mucho gusto, serás un gran consejero. Olie, hay una noticia que me hace muy feliz y que quiero darte. Me casó con Pablo, la boda será en Julio y espero puedas asistir, nada me daría más gusto que estuvieras conmigo ese día tan especial. Saludos a Claire. Te quiero, Helena

Oliver había iniciado una relación con una francesa, llamada Claire Dubois. La quería pero nunca como había querido a Helena cuando fueron novios. La noticia de su boda, lo dejó triste. Siempre había tenido la esperanza de que Helena viera lo diferente que era de Pablo y se fuera de su lado. Pero ahora esto parecía imposible.

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