miércoles, 1 de septiembre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 12

A mediados de septiembre, Helena y Pablo habían quedado, como siempre, en reunirse para hacer la tarea en casa de este último.

Cuando Helena llegó, escucho un debate en la sala y entró para ver qué pasaba.

- Helena, que bueno que llegaste. Dile a Pablo que no te molesta ayudarme en los preparativos de nuestra fiesta de cumpleaños. – ordenaba Renata con una cara de niña necesitada, que hacía reír a su amiga.
- Ni te atrevas a molestar a Helena por enésima vez en tu vida, que no ves que contrabajos y pasamos las tardes juntos y ahora tu me la quieres quitar. – respondió Pablo al ver que Helena era presa fácil de los deseos de su hermana.
- Pues podríamos ayudarle los dos, si lo que te preocupa es el tiempo – logró decir Helena.
- Ya ves hermanito, te dije que Hel no me dejaría sola – mientras ponía cara se suficiencia y salía directo a su estudio.
- Helena, no me hagas esto. Por piedad sabes cómo se pone Renata cuando se trata de fiestas.
- Exacto, y no crees que podríamos pasar más tiempo juntos, y no simplemente haciendo la tarea – dijo Helena con tono de insinuación
- Hmm. Eso de más tiempo y menos tarea me agrada – y con una mano atrajo a Helena hacia él para darle un beso. Soltó su mochila cuando vio las intensiones de su novio. Cuando Pablo había alcanzado su objetivo la apretó contra él, tomándola por la cintura, le besó la frente, la nariz y finalmente los labios. El beso al principio fue suave, lleno de ternura, pero poco a poco la necesidad que sentían el uno por el otro se hizo presente y el beso se tornó más intenso, su respiración se volvió agitada. Y Pablo seguía abrazando a Helena como si la quisiera fundir a él.

- Pablo – dijo en un suspiro – la tarea. Pablo no oía razones y no sabía de dónde Helena se sacaba la cabeza fría para decir esas frases, cuando él estaba a punto de arder de deseo por su novia. De pronto un sonido los sobresaltó, era el teléfono que estaba sonando. Ambos seguían agitados, sabían que la necesidad entre ellos iba creciendo conforme avanzaba su relación, pero no podían ser víctimas de un simple deseo. Además Helena se había jurado a sí misma ser lo más prudente que pudiera, pero era algo que cada vez era más difícil.

- Joven Pablo, le llaman por teléfono – gritó una voz a través de la puerta
- Ah sí, acá contesto – respondió mientras veía como Helena recogía su mochila y se sentaba en la alfombra.
- ¿Hola? – Helena se dio cuenta que él respondía de manera distraída lo que fuera que su le preguntaban del otro lado de la línea – Está bien. Adiós.
- ¿Quién era?
- Ah, Lorena, quería saber si había tarea de francés.
- Pues que se vaya comprando una libretita, como los niños de primaria – dijo por lo bajo, tratando que Pablo no la oyera.
- Me encanta que te pongas celosa. Te ves aún más guapa. – al parecer el oído de Pablo era muy bueno, y era suponerse al final de cuentas la música era su mayor hobbie.
- Nadie esta celosa, sólo fue un consejo – dijo evitando la mirada de él.
- Pues entonces te has puesto más guapa en tan solo unos minutos. – Pablo buscaba la mirada de su novia, así que se sentó junto a ella y con el pulgar en su barbilla hizo que lo viera directamente a los ojos – Te Amo y por eso tengo que admitir que me encantan tus celos, no sólo por lo guapa que te pones, sino también porque demuestran lo mucho que te importo.
- Pablo eres lo más importante en mi vida.
- Tú también eres lo más importante de mi existencia, siempre lo has sido y siempre lo serás. – Tras un beso, decidieron ponerse a hacer la tarea, si no nunca terminarían.

Los días pasaron y la fiesta cada vez estaba más cerca. Renata había decidido rentar una discoteca para realizar la fiesta. Por lo que eso redujo por mucho los preparativos que se tenían que hacer. Y brindó a Helena y Pablo más tiempo para estar juntos. Cuando las invitaciones estuvieron listas, se encargaron de repartirlas. A pesar de ser de primer semestre, habían logrado hacer amigos que eran mayores, y así una invitación a la fiesta de los gemelos era todo un privilegio.

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