viernes, 3 de septiembre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 14

- Están guapísimas! – exclamó Magdis al ver a su hija y a su ahijada.


El vestido de Renata era strapless, de un tono ligero en café con un listón negro que le marcaba la línea de la cintura, llegaba justo a la rodilla. Y lo había acompañado con unas zapatillas abiertas de un tono más oscuro que su vestido, consiguiendo el balance entre el cinturón y su vestido. Su pelo iba suelto quería lucirlo a todo lo largo. Solo había atado la parte de enfrente descubriendo en totalidad su cara. Helena por llevaba un vestido similar, pero azul metálico y un poco más corto. Le había puesto un cinturón plateado. Quería descubrir si Pablo lograba identificar el porqué de esa combinación de colores.
- Gracias
- Pablo te espera en el auto Helena, podrías adelantarte hija. – era evidente que su madrina quería un rato privado con Renata.
- Claro, Magdis. – asintió Helena que bajó de inmediato.

Pablo estaba recargado en el auto que los llevaría a la fiesta, estaba con la mirada perdida en el firmamento, absorto en sus pensamientos. Eso dio oportunidad a Helena para detenerse un momento a observarlo, estaba vestido completamente de negro, el color del traje era un tono más claro, pero no había gran diferencia. Sabía que Pablo era mucho más que una apariencia, lo que valía en el era su alma, pero esta noche no podía creer lo guapo que estaba. Se tuvo que recordar el cómo caminar, pues la imagen que presenciaba la había dejado atónita.

- Hola – dijo como un susurro. A Pablo se casi se le salieron los ojos al ver a Helena, no sabía cómo lograba ponerse cada vez más bella. La luz de la luna le iluminaba la cara con un brillo especial, parecía un ángel vestido de azul. El corazón casi se le detuvo cuando se dio cuenta que todo su atuendo era en honor al anillo que le había regalado, y que ésta portaba orgullosa en su dedo.
- Por dios, Helena estas hermosa, bueno más que eso. No creo que en este momento encuentre las palabras correctas para describir como te ves.
- Gracias, tu también estas guapísimo.
- No podía hacer menos, con una novia cómo tú soy presa de mucha envidia y hoy especialmente seré el blanco de todos.
- Oh si, sobre todo tú. Y qué me dices de mí, tú crees que no sufriré lo mismo cuando hasta a mi me has quitado el aliento.
- ¿De verdad te he producido eso?
- Si – dijo Helena mirándolo directamente a los ojos
- Entonces creo que sería mejor que no fuéramos a la fiesta, no quiero que sufras molestias. ¿Qué te parece si mejor, voy por mi coche y nos vamos por ahí?
- Me parece que si hacemos eso, Ren se encargaría de buscarnos por mar y tierra antes de dejarla en pleno festejo. – Helena ya no soportó las ganas y conforme fue terminando la frase se acercaba más y más a su novio, pero justo cuando iba a besarse llegaron sus padrinos con Renata. - Listo, ya vámonos que se nos hace tarde – dijo Renata, al momento que se subía al auto.

Cuando llegaron a la fiesta el lugar estaba lleno, todos sus amigos los habían recibido con un gran aplauso. Primero entraron Pablo y Renata, y detrás venían Diego con Helena. Pero no tardaron ni un minuto cuando después de terminado el aplauso, tomaron el lugar con sus respectivas parejas. Se dio la señal que ordenaba el inicio de la música y todos se ubicaron en la pista, Helena y Pablo no paraban de bailar, y cuando lo hacían era porque alguien quería saludar a Pablo. Pasaron cerca de dos horas y la música se vio interrumpida para anunciar la entrada del pastel que partieron ambos hermanos y que se llevaron de inmediato las personas del servicio, para empezarlo a repartir.
- Helena, puedes venir conmigo un momento - la llamó Renata
- Eh… claro Ren – respondió ante la mirada de su novio que le suplicaba no ceder a los deseos de su hermana.
- No tardo, Pablo. No serán ni 2 minutos. – pero era evidente que el tiempo para Pablo corría en otro ritmo cuando no estaba con Helena.
- Está bien, pero apúrate. – respondió con todo divertido.
- ¿Qué pasa Ren? –preguntó por fin cuando llegaron a una zona donde no había tanta gente.
- Es que me acaba de pasar algo increíble.
- ¿Qué pasó?
- Diego, por fin, me pidió que sea su novia.
- ¿Y qué le dijiste?
- Pues que si obvio, me gusta mucho.
- Ay, Ren estoy tan feliz por ti. Me tienes que contar todos los detalles.
- Te los contaré con gusto pero luego porque tienes que ir a cuidar a mi hermano, mira – y cuando se dio la vuelta, vi una escena que no le hacía ninguna gracia. Pablo se había ido a la barra por un refresco y cuando estaba distraído una voz lo sorprendió.
- Felicidades Pablo – dijo Lorena que estaba detrás de él – puedo darte un abrazo.
- Claro – y Lorena se lanzó a los brazos de Pablo. Él no se sentía muy cómodo pues el abrazo había durado mucho.
- Veo que Helena, te ha dejado muy solito. Porque no bailas conmigo en lo que ella regresa – le susurró al oído.
- Este … – Pablo no sabía qué hacer, así que rompió el abrazo de la forma menos grosera que se le ocurrió y la puso a su lado. Helena estaba que echaba chispas así que atravesó el lugar para llegar a Pablo y sin tener mucha idea de que hacer, siguió sus instintos.
- Aquí estas – y sin pensarlo mucho lo besó. A Pablo le encantó el arranque de su novia, la tomó por la cintura y correspondió su beso con la misma pasión que ella solicitaba. Helena subió sus manos y empezó a jugar con su cabello mientras él se dejaba llevar por la seducción del momento. A lo lejos Renata estaba divertidísima con las medidas que había tomado Helena, pero sobre todo con la cara de fastidio de Lorena. Esta tuvo que hacer un ruido con la garganta para llamar la atención de la pareja, que disfrutaba de su gran momento.
- Lo siento – dijo, fingiendo estar apenada por interrumpirlos.
- Ah, Lorena, estas aquí. – Helena estaba más que satisfecha con los resultados obtenidos, Pablo estaba totalmente concentrado en ella y por otro lado Lorena estaba que no la calentaba ni el sol.
- No hay problema, solo felicitaba a Pablo.
- Ven Pablo, esa canción me encanta. Vamos a la pista. – dijo que Helena que ya tenía a Pablo abrazándola por la espalda y dándole pequeños besos en el cuello.
- Nos vemos luego – alcanzó a decir Pablo, que estaba más que animado por la reacción de Helena.
- Adiós – respondió Lorena con fastidio marcado en la voz. En la pista de baile ya se encontraban Renata y Diego, que parecían tener su fiesta personal. Embebidos en su propio mundo.
- Ya te dije, lo mucho que te amo cuando te pones celosa. – susurró Pablo a su novia cuando habían conseguido llegar a la pista.
- Sí, pero no estoy celosa.
- No seas mentirosa. Si no ese beso ¿qué fue?
- Pues que tenía ganas de besarte.
- Vamos, es mi cumpleaños, al menos admítelo una sola vez. – y Pablo puso ojos suplicantes similares a los que ponía Renata cuando quería algo. 
- Ah, ¿en serio? Pues ojalá siempre tuvieras esas ganas.
- No cuentes con ello, porque ni creas que no vi como te abrazaba esa tipa.
- Pues has dicho bien, ella me abrazaba a mí, no yo a ella.
- Quien te viera tan grandote y tan indefenso.
- Es en serio, Helena. Lo bueno es que llegaste tú para salvarme de sus garras – esto último lo dijo con tono burlón – Anda concédeme el deseo de saber que estas celosa.
- Ay, está bien. Tu amiguita me cae en el hígado más cuando se pone tan cariñosa contigo.
- Pero tú fuiste más que convincente en demostrar quién es la única que puede ser cariñosa. 
- En serio, ¿Crees que lo haya entendido?
- Hmm, pues me parece que si me dieras otro beso igual al de hace rato, le quedaría un más claro.
- Tramposo – Pero Helena no quería dejar ninguna duda, así que atrapo a Pablo entre sus labios dejándose llevar por el momento y en la música que sonaba de fondo, había una canción que les traía los mejores recuerdos, “De Música Ligera” de Soda Stereo.
- Mi Helena eres tan hermosa con celos o sin celos. – suspiró Pablo.

No supieron más de la fiesta, sólo estaban concentrados en ellos y en su momento que iba más allá de la música ligera.

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