viernes, 17 de septiembre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 29

- ¿Quién es ella?
- Nadie
- ¿Es alguna de tus ex?
- Devuelve eso a donde lo encontraste, por favor.
- Lo que sea. Y ya sabes ¿qué vamos a hacer esta noche?
- ¿Qué tiene de especial esta noche?
- Pues pensé que podríamos celebrar que te gradúas.
- Esta noche cenaré con mis padres, no creo que podamos hacer nada.
- No me habías dicho nada de esa cena, no sé si pueda estar lista a tiempo
- No es necesario. Iré solo.
- ¿Creí que me presentarías a tus padres?
- No lo creo necesario.
- Pablo, llevamos un año saliendo, me gustaría conocer a alguien de tu familia. Ni siquiera me has presentado a tu hermana.
- No tiene caso.
- No, lo que no tiene caso es que yo siga aquí contigo perdiendo el tiempo, cuando solo me ignoras.
- Como quieras, me da lo mismo. – cuando la mujer que lo acompañaba se fue, sacó la fotografía que había descubierto. Ahí estaba con su Helena atrapada en sus brazos, mientras se veían directamente a los ojos. Recordaba perfectamente el día en que esa fotografía fue tomada, se supone que esa fotografía no había salido bien, porque nadie veía a la cámara, pero a él no le importo. Amaba la forma en que se perdían en sus miradas.

Cuando Helena se fue de México, pasó los peores días, no dormía, comía por mera monotonía y sobre todo su amor por la música había terminado. Había escrito muy pocas canciones después de que ella se fue y cuando el término yéndose a Boston, ordenó que todas sus guitarras se fueran a la finca pues nunca más quería volver a componer algo. Toda su familia se sorprendió pero no pudieron hacer nada para ayudarlo, sólo dejar que el tiempo pasara.

En días cómo este el dolor le hacía recordar una de sus últimas composiciones, viendo la fotografía que tenía en las manos, comenzó a cantar mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

-
Ya no estás mas a mi lado corazón
en el alma sólo tengo soledad
y si ya no puedo verte
por qué Dios me hizo quererte
para hacerme sufrir más.

Siempre fuiste la razón de mi existir
adorarte para mi fue religión
en tus besos yo encontraba
el calor que me brindaba
el amor y la pasión.

Es la historia de un amor
como no hay otro igual
que me hizo comprender
todo el bien, todo el mal
que le dio luz a mi vida
apagándola después
ay que vida tan obscura
sin tu amor no viviré. 


Pablo estaba harto de intentarlo, por más que se esforzaba no podía cumplir con la promesa que le había hecho a Helena. Después de un año de haber llegado a Boston o mejor dicho, después de un año de haberla visto partir, él había empezado a salir con otras mujeres. Pero en ninguna encontraba algo que lo hiciera aunque sea remotamente feliz. Ahora habían pasado 5 años y él seguía igual.

Decidió salir a caminar un momento para poder respirar aire fresco y aclararse los pensamientos.

- Felicidades Mr. Duart – Le dijo un profesor que iba caminando por el pasillo.
- Gracias
- Podría venir un momento a hablar a mi oficina. Por favor.
- Claro
- Dígame, Mr. Duart. ¿Ha pensado en qué va a hacer ahora que se recibió?
- Supongo que regresaré a México y empezaré a trabajar en la compañía de mi padre.
- Ya veo. Espero que cambie de opinión cuando sepa que usted cuenta con la recomendación de esta universidad, para ingresar al posgrado que desee. ¿Le interesa estudiar alguno en especial?
- He pensado en uno, pero está en Oxford. es M. Sc. In Economics for Development
- Ha elegido muy bien, si lo que quiere es dirigir la compañía de su padre, algún día.
- Si, es lo que deseo.
- Entonces en cuanto realice los trámites para su ingreso, hágamelo saber para que la escuela le anexe una carta de recomendación a su archivo.
- Muchas gracias, profesor.
- No tiene nada que agradecer.

Pablo solo pudo pensar en una cosa, Oxford estaba en el sureste de Inglaterra, a un vuelo de Berlín y de su Helena.

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