viernes, 17 de septiembre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 28

- Helena, hija despierta ya, que no vamos a llegar a tiempo.


- Ya voy. Estaré lista en 10 minutos – respondió a su padre que estaba más nervioso que ella.
- Te espero en el auto
- Está bien. - Este día era especial en la vida de Helena, por primera vez en 5 años estaba emocionada por algo. Se graduaba con honores de la mejor universidad de Berlín. Su estancia no había sido fácil al inicio, no sólo se había enfrentado a una cultura diferente sino que lo hacía con el interior desquebrajado. Día a día luchaba por sobrevivir y con el paso del tiempo había logrado un cierto balance. Durante el día lograba aparentar muy bien su dolor ante su padre y la demás gente que la rodeaba, pero por las noches su sueño era intranquilo; a veces soñaba con su madre, pero casi siempre con Pablo. No había pasado ni un día en que no pensara en él. Su dolor se compensó un poco al ver lo feliz que era su padre al tenerla a su lado y poderle enseñar todo lo que sabía. Con ayuda de él, había descubierto lo mucho que le gustaba la carrera, pasaba las tardes leyendo documentos en la oficina de su padre y eso fue algo que le apasionaba, nunca creyó que su decisión le hubiera corrido alguna cuenta a favor.

- Es un honor para nosotros llamar a la siguiente graduada, que no sólo se ha destacado en su deber como estudiante, sino que ha demostrado ser una persona comprometida con la profesión que desempeñará. Con gran satisfacción otorgamos el grado a la señorita Helena Lascurain.
- Gracias - respondía Helena en alemán a todos los ahí presentes. Cuando bajó del estrado vio como a su padre se le llenaban los ojos de lágrimas y la cara de orgullo.
- Felicidades hija, me siento muy orgulloso de ti – decía mientras la abrazaba.
- Todo te lo debo a ti – cuando dijo esto, se dio cuenta que alguien la observaba. Pablo estaba ahí, feliz por ella, aplaudiendo sus logros y le mostraba esa sonrisa que la hacía morir y revivir en el mismo instante. Se liberó del abrazo de su padre y corrió hacía él, solo para descubrir que era una ilusión.
- ¿Qué pasa, hija?
- Nada, creí ver a alguien, pero me confundí. – El deseo de tener a Pablo a su lado y su imaginación la habían traicionado de la manera más vil posible.
- Bueno, entonces ¿a donde quieres ir a festejar?
- La verdad es que no sé, decide tú. Sabes elegir mejor restaurantes que yo. – la única verdad es que quería regresar a su casa, encerrarse en su habitación y dejar que su corazón sangrara por la herida que esa visión se había empeñado en abrir.
- Perfecto.

Los días siguieron pasando y Helena pudo superar la amarga visión de aquel día. Pronto pensó en la idea de hacer un postgrado, pero no contaba con las noticias que su padre le tendría.
- Helena dice tu padre que si puedes ir a su oficina, quiere hablar contigo. – le dijo la secretaria
- De seguro me tiene otra tonelada de libros esperándome o me tiene alguna cena reservada – dijo en tono de broma. Lo que sacó una sonrisa a la seria secretaria de su padre. Helena siempre lo acompañaba a las cenas de gala a las que era invitado. Cuando llegaba del brazo de su padre, llamaba la atención de la mayoría de los asistentes. Al hacerle conversación no sólo quedaban impresionados con su belleza física, sino también con su inteligencia. Eso hacía que todos se preguntaran, por qué no le conocían ni una sola relación.

Mientras caminaba hacia la oficina de su padre, pensaba en lo difícil que le había sido al principio adaptarse a ese nuevo mundo y sobre todo al idioma. Ahora hablar alemán para ella era algo natural, pero solo de recordar sus inicios, le ganaba la risa.
- ¿Puedo pasar?
- Adelante, nenita.
- Me dijo Ilse, que quieres hablar conmigo
- Si, ven siéntate.
- ¿Qué pasa, tenemos una nueva cena?
- Me temo que no. Esta vez es algo de verdad importante.
- Vamos dime, ¿qué es?
- Hija, me acaban de ofrecer una vicepresidencia en la Cuarta Comisión en la Asamblea General de Naciones Unidas.
- ¿Qué?
- Lo que has oído, hija. Recibí la propuesta esta mañana.
- ¿Y qué has respondido?
- Pues que sí. Pronto está por cumplirse mi período como embajador y aunque me siento lo suficientemente capaz como para aceptar de nuevo el cargo. Honestamente el trabajar para UN es algo que quiero desde hace mucho tiempo. Sólo hay una cosa que quiero saber ¿aceptarías irte conmigo a New York? – Helena solo pudo pensar en que New York estaba en Estados Unidos, a unas cuantas horas de Boston y de Pablo.

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El otro capítulo lo subo en el transcurso del día. 
Recomendación: El triste - José José y Almuhada - José José

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