lunes, 20 de septiembre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 32



Renata y Alfredo habían conseguido tener una conexión increíble, se querían cada día más. El tiempo para ellos pasaba rápidamente, llevaban poco más de un año y las cosas se daban perfectamente, algunas veces sus diferencias los hacían pelear, pero rápidamente lograban superarlo. 

El día de su cumpleaños había llegado de nuevo y esta vez llamó por teléfono a su hermano para felicitarlo. 

- Felicidades, hermanito. 
- Hola, Ren que alegría escucharte. Muchas felicidades para ti también. 
- Gracias. 
- ¿Y dime cómo va todo por allá? 
- Muy bien, de hecho quiero invitarte a una exposición que daré en 2 semanas. 
- Claro que estaré ahí. 
- ¿Y tú, cómo te sientes en la compañía? 
- Pues hasta ahora, muy bien. Es cierto que me falta la gran experiencia de papá, pero estoy aprendiendo mucho a su lado. 
- Qué bien. 
- Sabes conocí a alguien. Y a su lado me divierto mucho, ahora entiendo lo que decías sobre que las diferencias con Alfredo hacían más linda su relación. Deberías de conocer a Laura, es tan diferente a mí, se la pasa riéndose de todo y hace cada tontería que siempre logra sacarme una sonrisa. 
- Me alegro mucho por ti hermanito. No sabes cómo rogué para que lograrás encontrar de nuevo la felicidad. ¿Y cuanto llevas con ella? 
- Pues hemos salido desde hace 3 meses, pero apenas hace un mes que somos novios. 
- Es poco tiempo, pero espero que la puedas traer a la exposición, quiero conocerla. 
- Ya verás Ren, te va a encantar. 
- Mientras te haga feliz, claro que me encantará. 
- Perfecto. Bueno tengo que irme porque quede con ella de ir a comer para festejar mi cumpleaños. Dale mis saludos a Alfredo. 
- Claro, saludos a Laura también. 
- Adiós 
- Adiós 

Renata se alegraba por su hermano, pero no podía evitar sentir pena por Helena, que seguía queriéndolo. Sabía que Helena no asistiría a la exposición porque en el trabajo, en el que cada vez le iba mejor, la requerían para hacer un viaje a Suiza. Así que no conocería a la nueva novia de su hermano, pero no podía ocultarle la verdad y tuvo que contarle sobre la llamada. 

- Helena, hay algo que tengo que contarte. 
- ¿Qué pasa? 
- No sé ni cómo decirte esto, pero hace unos días hable con mi hermano. Y me contó que tiene una nueva novia. Según él es feliz a su lado. Hel, ellos van a venir a mi exposición y aunque sé que no podrás estar conmigo, quise advertirte. 
- Está bien, no te preocupes. Es algo que tenía que pasar algún día. Me siento feliz por él. 
- Gracias, sé que no debe ser fácil pero gracias. 
- Lo único que deseo es que logre ser feliz. 

Helena hizo su viaje a Suiza y logró sobrellevar la noticia que le dio su amiga. Ahora sabía que Pablo había tomado su lugar en la compañía de su padre y que también había logrado ser feliz. No podía pedir más. 

- Hola, ¿usted es la representante de UN? 
- Si, y ¿usted es? 
- Oliver Ellsworth, trabajo para OAS 
- Mucho gusto Mr. Ellsworth , soy Helena Lascurain 
- El gusto es mío. Pero por favor háblame de tu, que no estoy tan viejo. 
- Bien, será mejor que abordemos ese avión. 
- Claro. 

La compañía de Oliver le hacía muy bien a Helena, pasaron la mitad del vuelo platicando sobre sus trabajos y descubrieron que tenían mucho en común. En Suiza lograron cumplir con los objetivos de su viaje y pudieron regresar con excelentes resultados para sus respectivos trabajos. 

Después de ese viaje la amistad entre Oliver y Helena fue creciendo cada vez más, aunque no vivían en las mismas ciudades mantenían contacto por medio del internet. Y él aprovechaba cualquier pretexto para ir a visitarla los fines de semana. 

Renata quedó sorprendida al conocer al nuevo amigo de Helena. Oliver era un poco más pequeño que Alfredo, pero contrario a él. Oliver tenía la piel tan blanca como la de ella y Helena, su cabello era castaño claro, y al sol parecía tener reflejos rubios. Sus ojos eran verdes, y su cara parecía la de un verdadero príncipe de cuento de hadas. Y su personalidad le había encantado. 

- Renata, tengo que decirte que tus pinturas me han dejado impresionado. 
- Gracias, Oliver. 
- No hay nada que agradecer, tú tienes un don en esas manos 
- Por dios, vas a hacer que me sonroje. Anda elige la pintura que más te guste, te la regalaré con gusto. 
- No podría, sería demasiado 
- Claro que no, por favor. 
- Si Oliver, no seas así. Elige una – lo animaba Helena que estaba detrás de él. 
- Bueno, entonces quiero esta – dijo señalando una en donde había una mujer con un vestido blanco que caía al piso, estaba al lado de un lago y sus ojos azules veían al cielo con verdadero anhelo. 
- Bien entonces esa será. – Renata salió del área de exposición con el pretexto de ir a envolver la pintura, pero en verdad quería darle la oportunidad a Oliver de hablar con Helena. Para ella era evidente que él estaba loco por su amiga. 
- ¿Sabes porque elegí esa pintura? 
- No, dímelo. 
- Porque me recuerda a ti. Eres tan hermosa como esa mujer y a la vez siempre tienes esa mirada tan llena de dolor. Helena ya no puedo ocultar más lo que siento por ti, me gustas demasiado. 
- Oliver – dijo Helena llena de sorpresa. Parecía que lo que era evidente para todos, no lo había sido para ella. 
- Por favor Helena, permíteme entrar en tu vida y borrar el dolor de tus ojos. – Oliver no le dio tiempo de responder y la besó. Para Helena ese beso fue algo totalmente diferente, sentía en él ternura y deseo a la vez. Por un momento pensó en aquellos labios a los que estaba tan acostumbrada a pesar de los años, y de inmediato recordó que ya no serían más de ella, que aquellos labios ya no le pertenecían más. El dolor fue el que hizo que ella le respondiera el beso a Oliver, que duró hasta que sin querer Alfredo los interrumpió. 


- Hola… perdón no quise interrumpir. Estoy buscando a Renata – decía apenado 
- Aquí estoy – dijo Renata con el cuadro envuelto en sus manos, mientras corría a abrazar a su novio. 
- Bien ahora que estas aquí será mejor que nos vayamos a cenar – dijo Helena para romper con esa incómoda situación. 
- Vayamos, entonces – respondió Renata. 

En la cena todo estuvo tan relajado como siempre. La plática era muy amena y pasaba de la media noche cuando se retiraron del lugar. Alfredo y Renata se fueron juntos y Oliver insistió en ir a dejar a Helena hasta la casa donde vivía con su padre. 


- Helena, dime que has pensado sobre lo que pasó hace rato. 
- Yo, no sé. Oliver me siento muy bien a tu lado, pero tengo miedo. No sé si esto pueda llegar a funcionar y no quiero lastimarte. 
- Sé que no me quieres de la misma forma que yo a ti y por eso te pido una oportunidad. Por favor – Helena dudaba, una cosa era segura ella jamás iba a amarlo de la misma forma que a Pablo, pero no podía negar lo mucho que le gustaba Oliver. 
- Está bien. 
- Gracias, Helena te juró que no te vas a arrepentir. 
- Lo sé – Oliver se despidió de ella con un beso y se fue. 

Los días pasaban y Helena había descubierto que a pesar de la distancia Oliver se esforzaba por hacer que su relación funcionara.
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La recomendación del día es leerlo con la canción de "Cabas - Hoy que te vas" de fondo. Es la 1ra del reproductor espero les guste. Ya cada vez falta menos para el reencuentro.

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