miércoles, 15 de septiembre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 26

La noche pasó muy lenta para Helena y muy rápida para Pablo. Sabía que al otro día Helena lo llenaría de preguntas que no tendría el valor de responder. La conversación que tanto habían postergado, había llegado. Ella se iría al día siguiente y sólo Dios sabía cuando regresaría a su lado.
- Buenos días. – Saludó Pablo a Helena que estaba preparando una de sus maletas.
- Buenos días, dormilón.
- ¿dormilón, pues qué hora es?
- Ya pasa del medio día.
- Sí que me excedí.
- Ya lo creo.
- Pablo – dijo sentándose en la cama y haciendo a un lado su maleta – me vas a decir ¿por qué tenías esa cara anoche?
- ¿No lo adivinas?
- Creo, pero quiero que tú me lo digas.
- Es que, de cierta manera tenía la esperanza de que no me aceptaran y así podría irme contigo y no tendríamos que ponerle pausa a todo esto que sentimos.
- Por favor no digas eso. Tú, tienes tanto que ofrecer y tanto futuro por delante…
- No digas más, Helena por favor. Lo único que no quiero es perderte, pero creo que eso es imposible.
- Lo sé, una vez yo juraba que nuestro destino era estar juntos, pero ahora es el mismo destino quien se empeña en separarnos.
- Helena… - no pudo aguantar más y la abrazó con todas sus fuerzas, pasaron un largo rato así, hasta que Helena habló.
- ¿no, crees es momento de que platiquemos sobre lo que va a pasar?
- Si no tengo opción.
- No, ya no la tienes. Me voy mañana y esto no puede seguir así.
- Mañana, desde que supe que te ibas, ese mañana me da tanto miedo.
- Perdóname, por favor. Sé que soy yo la causante de tu dolor, pero entiéndeme no puedo atarte a mí, es muy injusto.
- ¿Por qué? Helena algún día tú vas a volver y podemos continuar con lo nuestro, te voy a esperar y te iré a visitar todas las veces que quieras. Te prometo que en vacaciones no nos vamos a separar ni un momento.
- Pablo, no tiene sentido que me esperes, ni que me vayas a visitar porque… NO VOY A VOLVER. – cuando pronunció estas últimas palabras su voz empezó a cortarse y sus ojos se llenaron de lágrimas.
- ¿Qué estás diciendo?
- Mi padre ordenó que se vendiera la casa, porque no piensa volver a México, NUNCA MÁS.
- ¿Y tu…?
- Yo me quedare a su lado, no puedo abandonarlo.
- ¿Y yo Helena, y yo qué? Acaso no entiendes lo mucho que me haces falta.
- Sé que me has de odiar en este momento por hacerte esto, y que a tus ojos no tendré nunca una justificación, pero lo hago por mi padre. Soy su única familia, lo único que le queda en la vida.
- Ni siquiera puedo odiarte. Te amo demasiado como para odiarte.
- Yo también te amo, te amo como sé que nunca voy a amar a nadie más. El dejarte me está costando la vida entera.
- Mi Helena… - suspiró.
- Pablo – dijo con lágrimas en sus ojos. Esos ojos que lo enamoraban cada día más, que hacían que su mundo se pusiera de cabeza y aún así pudiera seguir en pie, y que a partir de mañana no volvería a ver. – solo una promesa te pido a cambio de todo este dolor que te estoy causando.
- ¿Qué es?
- Vive tu vida, yo sé que tú puedes encontrar otra mujer que te ame, prométeme que te volverás a enamorar, que disfrutaras de tu amor sin temor de herirme. Disfruta el amor que yo ya no podré darte.
- ¿Te das cuenta que me estas pidiendo que olvide todo esto que siento?
- Si. Sé feliz por los dos. Pablo te has convertido en parte de mi alma, y si tú sufres, yo sufro; si tú eres feliz, yo soy feliz.
- No, me hagas prometerte eso.
- Por favor, Pablo. Tienes toda una vida por delante, conocerás a tantas personas y estoy segura de que podrás encontrar a alguien digna de todo ese amor que puedes dar. – las lágrimas empezaron a fluir de ojos de Pablo, lo que ella le pedía era increíble. Era como enterrar su propio corazón.
- Si eso es lo que deseas, está bien. Te dije que podías obtener de mí todo lo que quisieras y eso implica enterrar mis sentimientos por ti. Trataré de hacerlo. TE LO PROMETO, MI HELENA, TE LO PROMETO.
- Gracias – dijo Helena con las lágrimas sin control cayendo de sus ojos. Pablo la abrazó, su Helena aún estaba a su lado y no quería desperdiciar ni un solo segundo a su lado.

Esa tarde una llamada sorprendió a Miguel y a Magdis, había una emergencia en la finca y tuvieron que salir de inmediato, prometieron estar de regreso para ir a despedir a su ahijada al aeropuerto. Pablo había salido un momento después de despedir a sus padres y Renata había acompañado a Helena a su antigua casa por una maleta que se había olvidado.

- Renata, sabes ¿donde está Pablo?
- No, tiene rato que no lo veo
- Hay Ren, sé que Pablo sufre con todo esto quizá más que yo y me duele tanto.
- Tranquila, no puedo decir que apoyo tu decisión de cortar así todo lazo con él. Pero tampoco sé lo que es estar en tu posición y no sé qué haría yo en tu lugar. Yo sé que mi hermano es muy fuerte y sabrá salir de esto.
- Ruego a los cielos por ello.
- ¿Y tú, podrás resistir?
- No lo sé, te juró que no lo sé.
- No te preocupes, sabes que pase lo que pase siempre contarás conmigo. Más que mi mejor amiga eres como mi hermana.
- Gracias Ren, tú también eres como mi hermana. Te quiero mucho.
- Yo también te quiero mucho. – las dos amigas se dieron un fuerte abrazo que demostraba cuanto era su cariño, habían sido confidentes de toda la vida y ahora su amistad también se vería interrumpida.
- Dicen que la distancia es el olvido
Pero yo no concibo esta razón
Porque yo seguiré siendo el cautivo
De los caprichos de tu corazón
- ¿Pablo? – se preguntó a sí misma.
- Helena, ven a la ventana. – apresuraba a su amiga. Pablo estaba en el jardín, justo enfrente de la habitación de Helena. Detrás de él había unos cuantos músicos que lo acompañaban con instrumentos musicales. Y la melodía continuaba.
- Supiste esclarecer mis pensamientos
Me diste la verdad que yo soñé
Ahuyentaste de mí los sufrimientos
En la primera noche que te amé Hoy mi playa se viste de amargura
Porque tu barca tiene que partir
A cruzar otros mares de locura
Cuida que no naufrague en tu vivir Cuando la luz del sol se esté apagando
Y te sientas cansada de vagar
Piensa que yo por ti estaré esperando
Hasta que tú decidas regresar

- TE AMO. – dijo marcando las palabras con sus labios. Helena tenía muchas ganas de llorar, pero sabía que eso haría sentir mal a Pablo. Esa canción sólo la podía haber escrito alguien que sabía lo que él estaba sintiendo.
- TE AMO - le respondió de la misma manera.

Renata llevó a su amiga hasta el jardín donde la dejó con su hermano, que estaba por entonar una segunda canción.
- No te vayas
Que sin tus caricias
Para que la vida
Para que cantar Si bien sabes
Que con solo un poco
Yo me vuelvo loco
Con lo que me das Soy un ciego
Vivo de limosnas
Pero si me tocas
Soy feliz demás Si quieres ahora
Porque no te vayas
Me convierto en nada
Para no estorbar
No hagas caso
Si te dicen mala
Córtame las alas
No quiero volar
Si quieres ahora
Niña amada mía
Soy lo que me pidas
Pero junto a ti
Pero si te marchas
Que esta noche negra
Me convierta en piedra
Para no sentir

- Perdóname – dijo Helena a la vez que unas cuantas lágrimas escapaban de sus ojos.
- Lo siento, no quería hacerte llorar. Sólo quería que escucharas lo que había escrito. – Pablo se acerco a la silla donde estaba Helena y se agachó para verla a los ojos.
- Gracias por dejarme escuchar por última vez tus composiciones. Incluso cuando están tan llenas de dolor.
- Sabes que escribo con mi corazón y no puedo ocultar lo que siento.
- No te merezco, te lo juro – dijo Helena con tono de suplica.
- Nadie me merece más que tú, a pesar todo. – Pablo se quedó enfrente de ella y otra canción dio inició. Está no era de su autoría pero no por eso era menos triste. Él tomó a Helena por los brazos y la hizo levantarse para poder abrazarla. Y cuando lo hacía le empezó a cantar la canción al oído.
- Abrá…zame – el nombre de la canción se le salió a Helena de los labios.
- Abrázame
y no me digas nada sólo abrázame,
Me basta tu mirada para comprender que tú te irás
Abrázame
como si fuera ahora la primera vez
Como si me quisieras hoy igual que ayer
abrázame
Si tú te vas te olvidarás que un día,
hace tiempo ya cuando éramos aún niños
me empezaste a amar
y yo te di mi vida.
Si te vas... Si tú te vas,
ya nada será nuestro,
tú te llevarás en un sólo momento una eternidad
me quedaré sin nada. Si tú te vas...

Abrázame
y no me digas nada sólo abrázame
no quiero que te vayas pero se muy bien
que tú te iras
Si tú te vas,
me quedará el silencio para conversar
la sombra de tu cuerpo y la soledad
serán mis compañeras si te vas
Si tú te vas,
se irá contigo el tiempo y mi mejor edad
te seguiré queriendo cada día más
te esperaré a que vuelvas. Si tú te vas..

- Nunca voy a dejar de amarte. Te lo juro. – esas palabras fueron la esperanza que Pablo anhelaba tanto a pesar de lo que Helena le había hecho prometer, ella también lo seguiría queriendo.
- Helena, ¿pasarías la noche conmigo? – preguntó temeroso de ser rechazado.
- No hay nada que me hiciera más feliz, que pasar mi última noche contigo.
- Entonces voy a despedir, a los músicos.
- Está bien, te espero en la casa. – Helena se sentó en las escaleras.
- Listo, ya se han ido. ¿Nos vamos?
- No, ven conmigo – sus manos atrajeron a Pablo hacía ella y lo besó con ternura. Él entendió que su última noche sería en esa casa que nunca más volvería a pisar. No le importó, lo único que deseaba era sentir suya por última vez a Su Helena.
- Mi Helena, solo mía - decía mientras subían las escaleras.
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*** LES RECOMIENDO OIR LAS PRIMERAS 3 CANCIONES DEL REPRODUCTOR. Son las mismas que Pablo canta a Helena.
- La barca - Luis Miguel
- Niña Amada Mía - Alejandro Fernandez
- Abrazáme - Alejandro Fernandez

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