martes, 28 de septiembre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 40

Al día siguiente Pablo y Helena salieron de nuevo a montar desde muy temprano, sin embargo esta vez fueron cuidadosos con la hora. Regresaron cuando todos aún estaban en sus habitaciones, así que Helena se cambió y se metió a la alberca un rato.

- Usted tiene mucha energía Srita. Lascurain – le dijo Pablo desde la orilla.
- Sigues enojado porque te gane esta vez.
- Claro que no porque no me ganaste, eso fue un empate.
- Acéptalo, Pablo te gané.
- No. – al decir esto se agachó y con la mano le lanzó un poco de agua a la cara.
- ¿Qué te pasa?
- Nada.
- Eres un niño Pablo, te lo juro. Acepta que perdiste.
- Mejor acepta otra carrera mañana. – y le extendió la mano para cerrar el trato.
- Sr. Duart usted ya es todo un hombre de negocios, acepto. – cuando lo tomó de la mano, lo jaló hacia dentro con todas sus fuerzas y Pablo se cayó a la alberca. Helena estaba muerta de risa de ver a Pablo todo mojado.
- A con qué ahora te causo risa.
- Si, es que deberías de verte en un espejo.
- Nunca debiste de reírte de mí.
- ¿Por qué? ¿Qué me vas a hacer? – decía entre risas. Sin más Pablo se acerco a ella y empezó a hacerle más cosquillas. Las risas inundaban toda el área de la alberca.
- Ya por favor, Piedad, Piedad – gritaba Helena entre risas.
- Está bien. – Pablo se salió de la alberca y comenzó a quitarse las botas y la camisa mojada. Helena mientras se acercaba a la orilla y salía de la alberca. Cuando Pablo levantó la mirada, no pudo evitar ver el hermoso cuerpo de Helena. Era como ver a alguna diosa de la mitología. Ella caminó con dirección hacía su habitación y al pasar frente a Pablo, él aprovecho para lanzarla a la alberca de nuevo y él cayó junto con ella que lo había tomado de la mano. Pensó que Helena iba a estar enojada, pero en vez de esto estaba riendo aún más que antes.
- No… Pablo… eso fue muy bajo – decía entre risas.
- Buenos días - saludó Renata.
- Hola, Ren. – respondió Helena.
- ¿Pero qué se traen ustedes dos? Sus risas se oyen del otro lado del jardín.
- Nada, sólo que Helena insiste en reírse de mí.
- Vale, ya pido tregua. – dijo Helena
- Está bien.
- Pablo, necesito que me lleves al pueblo a recoger a Alfredo.
- ¿Tengo que ser yo?
- Si, ahorita mi papá tiene a todos los trabajadores ocupados.
- Helena, ¿vienes con nosotros? – preguntó Pablo
- No, yo paso. Quiero bañarme y desayunar.
- Está bien. – dijo Pablo un poco decepcionado


Salieron de la alberca y cada uno se retiro a su habitación. 


Al poco rato Pablo y Renata se fueron al pueblo y Helena pidió que le sirvieran el desayuno en el jardín.

- Buenos días, Helena. – saludó Laura muy amable
- Buenos días
- ¿Qué tal te la estás pasando?
- Muy bien. Ha sido muy divertido.
- Yo creí que a una mujer cómo tu, que viene de una de las ciudades más activas del mundo, se podría aburrir en esta.
- No, la verdad amo la finca. Aquí pasé gran parte de mi juventud rodeada de los seres más importantes para mí.
- Me he dado cuenta. ¿Eres muy unida a Renata verdad?
- Si es como la hermana que nuca tuve.
- Espero que cuando me case con Pablo, también puedas llegar a ser mi amiga – la noticia le sorprendió a Helena. Sabía que eso iba a pasar pero por qué justo cuando ella regresaba.
- ¿Se van a casar? – dijo con la mirada fija en su desayuno para que Laura no viera la tristeza de sus ojos.
- Sí, ¿no te ha dicho Pablo, que estamos comprometidos?
- No, no me dijo nada.
- Oh, tal vez cometí una indiscreción y quería que te enteraras cuando hiciéramos el anuncio oficial en la fiesta de mañana, por favor no le digas que te he dicho.
- No te preocupes no diré nada.
- Gracias Helena.
- No hay de qué.
- Sé que hará muy feliz a Pablo, él que participes de nuestra gran alegría, es que nos queremos tanto.
- Me alegro, Pablo es un gran hombre y se merece lo mejor.
- Y lo tendrá, yo sabré hacerlo muy feliz. – Helena no podía más con la situación, estaba le estaba mucho mantener la calma y el rostro sereno.
- Qué bien. – respondió sin ánimos. Cuando levantó la vista logró ver que llegaban Renata, Alfredo y Pablo. Se levantó y saludó a Alfredo a quién no veía desde New York.
- Helena que gusto – decía Alfredo
- Hola Fred, ¿cómo estás?
- Ahora muy feliz, ya que estoy con esta bella señorita – decía mientras su mirada se encontraba con la de Renata.
- Me alegro, ya era hora de que llegarás. Ren no paraba de hablar de ti.
- ¿Eso es cierto?
- No le hagas caso, exagera. – respondió Renata
- Pablo, mi cielo. – interrumpió Laura.
- Hola, Laura – saludó Pablo sin ánimos.
- Disculpen que me retire, pero debo aprovechar que Renata ya tiene compañía para hacer unas llamadas y enviar unos correos, con permiso – se despidió Helena dando la espalda a todos, no podía soportar más esa escena.
Cuando llegó a su habitación encendió su computadora, con la esperanza de que Oliver estuviera en línea y afortunadamente así fue. Iniciaron una video-llamada pues Oliver se moría de ganas de verla y ella no pudo negarse.

- Hermosa ¿qué tienes?
- Ay Oli…
- ¿Por qué lloras?
- Es que… se casa
- ¿Quién se casa?
- Pablo, Pablo se ha comprometido.
- Oh, Helena. Lo siento mucho.
- Me siento tan tonta por llorar, tenía que ser fuerte y mírame he terminado así.
- Tranquila Hel, lo que no olvidaste en 10 años, no lo vas a hacer en un instante.
- Es que debo de superarlo, sobre todo ahora que estaré tan cerca.
- No estás obligada a quedarte. Ven conmigo a Estrasburgo, aquí estarían encantados de contratar a alguien con tu capacidad y yo estaré feliz de tenerte de nuevo a mi lado.
- No lo sé. No quiero precipitarme.
- Piénsalo, sabes que aquí estaré esperándote.
- Gracias Oliver, te quiero mucho.
- Y yo a ti.
- Cuídate mucho hermosa y no te dejes vencer por la pena.
- Gracias y también cuídate.
- Besos.
- Adiós.

Helena se recostó en su cama y pensó en cómo había pasado de una bella mañana al lado de Pablo, a la agonía de saber que pronto él estaría casado con otra.

- Casado – la frase retumbó en la habitación - Si la vida no me hubiera pasado factura de toda la felicidad que había tenido a tu lado, probablemente yo sería quien se fuera a convertir en tu esposa y no ella.

Con este pensamiento poco a poco se quedó dormida.
 
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Siguiendo con los tropiezos musicales de esta semana, ahora escuchan la canción Amiga interpretada por Yahir y Yuridia. La voz del muchacho no es tan buena como la de Roberto Carlos (el interprete original) pero Yuridia canta muy bien y por eso elegí esta versión. Sigan pendientes mañana que se viene lo bueno.

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