domingo, 12 de septiembre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 22

Para la mañana siguiente, la decisión estaba tomada, solo una pregunta le rondaba el pensamiento, ¿podría afrontar las consecuencias que esto traería? Ese día, Helena estuvo más callada que de costumbre. Después de clases, cuando se quedó, en su casa, a solas con Pablo le pidió que la abrazara. Él sin oposición alguna pasó toda la tarde a su lado, a veces le cantaba al oído, otras besaba su frente, su cabello; quería averiguar que tenía pero cuando estuvo a punto de hablar, Helena lo tomó por sorpresa y lo besó, su beso estaba llenó de de necesidad. Cuando tomó su cara entre sus manos se dio cuenta que Helena estaba llorando.

- ¿Qué tienes Helena? ¿Por qué estas llorando?
- No me preguntes nada, solo quiero estar contigo en este momento. Por favor.
- Hel… - Pablo ya no tuvo más tiempo de decir su nombre, Helena estaba decidida a estar con él y nada la contuvo. Después de que todo había pasado se quedaron callados, viéndose a los ojos directamente.
- Te amo, Pablo. – dijo cuando se colocó a su lado y él apresó entre sus brazos.
- Y yo a ti, sabes que me encanta estar contigo de esta manera, pero no entiendo porque llorabas.
- No me hagas caso. Solo quédate así a mi lado y nunca me sueltes.
- Jamás lo haré, ya te dije que siempre cuidaré de ti.
- Lo sé. – respondió con la garganta hecha nudo. Pablo se dio cuenta pero no quiso presionarla, sabía que cuando estuviera lista le contaría todo.


Horas más tarde Pablo tuvo que irse a su casa y Helena aprovechó para ir a buscar a su padre para hablar con él.
- ¿Puedo pasar?
- Adelante.
- Papá necesito hablar contigo.
- Te escucho.
- No quiero irme a Boston, no pienso estudiar en Harvard.
- Helena, no puedes hacer eso, una persona cómo tu, con tus capacidades no puede dejar de estudiar así tan sencillo.
- Exacto, tú lo has dicho, tengo ciertas capacidades que me ayudan. Por eso he pensado que desperdiciaría mi tiempo estudiando religiones o incluso historia.
- ¿Entonces?
- Quiero estudiar Ciencias Políticas para que algún día pueda ser cómo tú. Y para eso necesito empezar desde ahora, así que he decidió en irme a Alemania contigo.
- Pero, ¿qué cosas dices?
- Tú lo sabes bien, estar o mejor dicho vivir en la embajada es lo mejor que le podría pasar a alguien con mis ambiciones. ¿Acaso tú no hubieras dado lo que fuera por tener esta oportunidad cuando eras joven?
- Si, hija. Pero cómo cambias de un día a otro lo que has planeado durante tantos años.
- Lo sé, pero aun estoy a tiempo de decidir. Papá por favor apóyame en esto, ¿qué no te gusta la idea de que siga tus pasos?
- De gustarme, claro que me gusta, no sabes lo que significa el poder enseñarte acerca del mundo en el que me desenvuelvo. Pero ya pensaste en lo que esto va a significar para ti y para Pablo.
- Si. Él quiere que cumpla mis sueños y alcance mis metas. Así que por favor no te preocupes por eso. Mejor dime que me apoyarás
- Está bien, Helena. Empezaré todos los trámites para que viajes cuando termines la escuela y espero que estés a tiempo para ingresar a la mejor universidad de Berlín.
- Gracias, papito. Prometo no decepcionarte.
- Gracias a ti hija, no sabes lo que significa para mí.

Helena salió sonriendo de la biblioteca, utilizando toda la fuerza que tenía. Pero en cuanto estuvo a solas en su habitación, lloró todo lo que pudo. Le preocupaba el día siguiente, tenía que hablar con Pablo.
______________________________________________________________________

Esperen hoy, el siguiente capítulo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario