lunes, 6 de septiembre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 16

- Helena, espera por favor.
- Déjame en paz – gritó Helena desde las escaleras que llevaban a su habitación.
- Escúchame, tengo que explicarte.
- No quiero otra más de tus mentiras, vete – al decir la última frase, se arrancó la cadena que traía el diamante y la aventó al piso; Pablo se quedó frío al verla hacer esto. En verdad la había lastimado.
- Será mejor que nos vayamos – dijo Renata entregándole la cadena a Pablo.
- Pero tengo que hablar con ella, Ren todo fue un error, debo explicárselo. – decía Pablo con total desesperación.
- No te va a oír, que no has visto cómo iba, deja que se calme y mañana hablas con ella.

Renata conocía bien a su amiga, no escucharía razones en ese momento. Y en ella caía la responsabilidad de calmar a su hermano que no estaba nada bien.

La noche para Helena fue un martirio total, no paraba de llorar pues sentía como el último año se venía sobre ella a pedazos, no se explicaba como Pablo le podía a ver mentido de esa forma. Si en verdad deseaba estar con otra pues por mucho dolor que le causara ella lo aceptaría pero debió de hablar con la verdad. Para Pablo la noche no fue muy diferente, se la pasó en vela pensando en cómo le explicaría a Helena lo que había pasado. No dejaba de recordar cómo se quitó su corazón y es que era exactamente eso, en ese diamante iba el corazón de Pablo. Le tenía que demostrar que estaba equivocada, él nunca había mentido sobre sus sentimientos, la amaba y no se imaginaba la vida sin ella, esa no era una opción. No se le ocurrió más que hacer lo que mejor le salía, Helena tenía que escucharlo, le rogaría de rodillas si era necesario pero debía de oírlo.

Al día siguiente Pablo habló a casa de Helena y le dijeron que había salido con Renata, al parecer su hermana se había adelantado a todos sus planes. Aunque tampoco podía olvidar que además de ser su hermana también era la mejor amiga de Helena.

- ¿Viste a Helena, que te dijo? – Pablo necesitaba las respuestas urgentes de su hermana que acaba de cruzar por la puerta.
- Ya está más tranquila y aceptó verte.
- En serio, voy por mi coche. – Pablo adoraba a su hermana, sin pedirlo había intercedido por él.
- Ni te emociones, no quiere que vayas ahorita. No desea que sus papás se enteren lo que pasa, todavía.
- ¿Entonces?
- Me dijo ellos tienen una cena con unos amigos, así que te espera a las 8 en su casa. 
- Gracias Ren, te adoro.
- Ni me lo agradezcas mejor piensa en una buena forma de disculparte con Helena, no tienes ni idea de cómo esta.
- Renata nunca fue mi intención, no pasó nada.
- Ahórrate las explicaciones conmigo, de nada sirve que yo te crea si es Helena quien debe hacerlo.
- Está bien, gracias de todas formas.


A las 8 en punto Pablo estaba entrando a la casa. Una de las empleadas le dijo que Helena lo esperaba en el jardín.
- Hola - dijo Pablo al ver a Helena sentada junto a la alberca. No podía entender cómo lograba verse tan linda incluso en medio de la oscuridad de la noche.
- Hola
- ¿Podemos hablar?
- A eso viniste, ¿no? – a Pablo le partía el corazón la frialdad de Helena. Ni siquiera había volteado a verlo, tenía la mirada perdida en la barda que daba hacia la calle.
- Helena, lo que viste ayer no es lo que tú crees.
- Entonces, creo que necesito una cita con el oculista – al decir esto volteó a ver a Pablo con los ojos llenos de dolor, nunca la había visto así.
- No, Helena por favor, escúchame.
- Es qué me puedes decir que haga diferente lo que vi.
- Para empezar fue Lorena quien me besó. Ella me siguió hasta la terraza y provocó todo.
- Ay si y tu pobre niño de 8 años, que no te puedes quitar a una persona de su tamaño de encima.
- Me tomó por sorpresa te lo juro. Ni siquiera la había visto en la fiesta, ella me buscó.
- Yo los vi besándose.
- No pudiste verme a mí besándola porque jamás le respondí el beso.
- ¿Qué acaso debí de esperarme más tiempo para tu pudieras besar a tu amiguita en santa paz? No soy tonta. Por favor vete de mi casa, no te quiero ver más.
- Helena, por favor.
- Por favor nada, solo vete.

Pablo salió del jardín pero no estaba dispuesto a dejarla así cómo así, necesitaba su perdón. Así que aplicó el plan B, ese que había desarrollado en la noche. Fue a su carro y sacó su guitarra acústica. Se dirigió al jardín con la esperanza de que Helena siguiera ahí. Y así era, por lo que comenzó entonando la canción que había escrito como plan B.



Perdón vida de mi vida
Perdón si es que te he faltado
Perdón cariñito amado ángel adorado dame tu perdón
Jamás abra quien separe amor de tu amor al mío
Porque si adorarte ansió
Es que el amor mío
Pide tu perdón
Si tú sabes que te quiero con todo el corazón
Que tú eres el anhelo
Tú eres mi esperanza
De mi única ilusión
Ven calma mis angustias
Con un poco de amor que es todo
Lo que ansia cuando ama que es todo lo que ansia
Cuando ama mi pobre corazón
Si tú sabes que te quiero con todo el corazón
Que tú eres el anhelo
Tú eres mi esperanza
De mi única ilusión
Ven calma mis angustias
Con un poco de amor que es todo
Lo que ansia cuando ama que es todo lo que ansia
Cuando ama mi pobre corazón.



Helena estaba más que congelada, no había contado con la astucia de Pablo con su música, pero dudaba en creerle. Él la veía directamente a los ojos que estaban llenos de lágrimas.
- Pablo… - no pudo decir más porque Pablo dejó su guitarra sobre el pasto y avanzó hacía ella. Tomó su rostro entre sus manos.
- Helena, no le respondí porque no puedo besar otros labios que no sean los tuyos. Simplemente no puedo, Te Amo y eso no es ninguna mentira. Solo contigo me siento así. Eres mi primer amor y vas a ser el único. Perdóname por favor. – viendo que lo ojos de su novia mostraban un haz de ternura entre todo ese dolor que tenía, la besó.
- Mien…tes – decía Helena que trataba de quitárselo de encima. Trataba de no ceder al beso de su aún novio, pero su cuerpo no respondía. Sabía que su lugar era al lado de Pablo pero no podía ser tan débil. Como pudo se liberó de sus labios, pero Pablo no permitió que se alejara más pues la tenía bien sujeta por la cintura.
- Mírame a los ojos acaso ves que miento cuando digo que TE AMO y que al único ser que quiero besar eres tú. Te necesito para respirar, para vivir, no puedo estar sin ti. Qué acaso mis labios no te han demostrado lo que mi corazón siente. – y sin esperar a que respondiera volvió a besarla. Esta vez no tuvo tanta resistencia por parte de Helena, así que no se contuvo ni un segundo, deseaba que su esencia invadiera su interior, hasta la última célula de su cuerpo pertenecía a Helena. Fue entonces cuando ella emitió el sonido de desfallecimiento, de suspiro. No podía negar la necesidad que sentía por estar con él. Helena moría en deseo por su novio, se amaban de eso ya no había duda. Lo que ellos sentían no podía fingirse y no podía acabar por un error.
- Pablo, no sé si puedo, no lo sé – dijo Helena cuando logró controlar su respiración.
- TE AMO, eres mi Helena, sin ti mi mundo no tiene ningún sentido. Te rogaré de todas las formas posibles hasta que me perdones, por favor.
- Júrame por tu vida que nunca volverá a pasar algo así.
- Te lo juro por mi vida y por todo lo que me pidas. Mi corazón siempre será tuyo, ¿Lo aceptarías de nuevo? - y le entregó el diamante azul que se había arrancado una noche antes.
- Siempre – y se levantó el cabello para que Pablo se lo colocara.

Después de la reconciliación las cosas casi volvieron a ser como antes.

Lorena se había dado cuenta que simplemente no podía separar a Pablo de Helena, y se dio por vencida. Por su lado Pablo y Helena estaban explorando terrenos que no harían muy felices a sus padres. Pero era algo que ya no podían controlar como antes. Se sentían cada vez más atraídos él uno por él otro.

Cuando llegó el viaje a París, no habían considerado que era época de mundial de futbol, así que la ciudad estaba llena de aficionados de todas partes del mundo. Ahora entendían porque sus padres les habían regalado el viaje a los tres. Aunque a Helena y a Renata no les gustara el futbol, había que reconocer que se la pasaban divertidísimas con los demás aficionados que estaban en el mismo hotel. Las ciudades que conocieron, además de París, los habían dejado más que encantados a los tres, pero eso provocó que el mes que estuvieron se les hiciera como una semana. Cuando se dieron cuenta ya era hora de regresar a México.
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Sigan atentos esta semana, que más problemas se avecinan.

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