jueves, 2 de septiembre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 13


Pablo despertó muy temprano, para ser sábado, un alboroto en el jardín se oía hasta su habitación. Decidió mirar por la ventana, pero no logró ver nada así que optó por bajar. Cuando llegó a la estancia de la entrada, vio a Helena.


- Feliz Cumpleaños
- Gracias –respondió antes que Helena lo abrazara y lo besara – no esperaba encontrarte aquí tan temprano.
- Digamos que quería ser la primera en felicitarte, pero si quieres me voy – mientras intentaba salir de los brazos de Pablo, que la había apretado más al oír la última frase.
- Claro, que no. Si por mí fuera desearía que todos los días fueran mi cumpleaños para que tú fueras la primera persona que viera al despertar.
- No sabía que despidieras tan azúcar por las mañanas hermanito, pobre Hel está a punto de un coma diabético. – gritó Renata desde las escaleras.
- Hola, Ren. Feliz cumpleaños. – dijo Helena antes de que Pablo respondiera al comentario de su hermana.
- Gracias, y tú ¿que no me vas a felicitar hermanito?
- Se me han quitado las ganas.
- Ay ya solo fue un comentario, no te enojes.
- Está bien. Feliz Cumpleaños Renata.
- Eso está mejor. Feliz cumple a ti también. Por cierto sabes donde andan mis papás, siempre nos despiertan y ahora nada.
- No ni idea, tú ¿los has visto? - preguntó Pablo a Helena que seguía en sus brazos.
- Si, por eso será mejor vayamos vamos al jardín – dijo Helena mientras jalaba la mano de su novio y lo guiaba hasta la puerta que daba hacía al jardín. Renata los seguía por detrás.
- ¿Y esto? – Pablo estaba realmente sorprendido, en la parte del jardín que tenía límites con la entrada, estaba un Ford Mustang, azul marino, convertible, asientos de piel en negro. Y al lado un pequeño Volkswagen Beetle, de color azul metálico.
- Feliz Cumpleaños – cantaron sus padres – esperamos que les gusten.
- ¿Gustarme?, esta de lujo. Me encanta. Gracias. – dijo Pablo
- Esta súper. Gracias pero nunca creí que a Pablo le gustaran los Beetles – agregó con sarcasmo Renata.
- Renata! – alegó Magdis, mientras todos rompían en risas.
- Es broma, ya sé que el Beetle es para mí, gracias está genial.
- De nada – respondieron Magdis y Miguel al unísono
- Sólo queremos darles lo mejor, pero les pedimos que sean responsables. El manejar no es un juego, no solo ponen en riesgo sus vidas sino la de otras personas ajenas a ustedes sino nuestra tranquilidad.
- Tengan por seguro, que haremos que no se arrepientan del regalo –argumentó Pablo - Si, Pablo tiene razón. Seremos responsables – agregó Renata.
- Hel, ¿quieres ir a dar una vuelta?
- Nada de vueltas, primero a bañarse, que mira en qué condiciones recibes a Helena y segundo vamos a desayunar en familia, porque todo el día vamos a estar ocupados con la fiesta. Así que apúrense los dos.
- Si, mamá. – respondieron.

El desayuno transcurrió con mucha calma, pues sabían que después de eso no tendrían mucha paz hasta que la fiesta hubiera concluido. Después Renata decidió ir a arreglar unas cosas antes de convertir su habitación en lo que prácticamente sería un salón de belleza. Y Pablo y Helena se habían quedado en la sala.

- Bueno, creo que ya es hora de que te de tu regalo – dijo Helena a su novio.
- Yo creí que mi regalo eras tú
- Si quieres puedo devolverla – dijo Helena sonriendo al ver como la cara de Pablo cambiaba cuando está sacó una guitarra que Pablo había visto en una tienda hace apenas unas semanas. - Helena, ¿cómo te acordaste? – decía sin poder creer que su novia le pusiera tanta atención - Pues no pude evitar ver la mirada que tenías cuando la viste en la tienda, y luego con eso de que era igual a la de Cerati, pues supe que sería un buen regalo; así que unos días después fui por ella.
- Pero es que creí que no me habías puesto atención cuando lo dije. No lo puedo creer, eres increíble, ahora entiendo porque cada día te amo aun más.
- Ah, pues digamos que es parte de mi encanto, tú sabes. – Helena estaba feliz de que a Pablo le hubiera gustado su regalo. Y él se lo agradeció de la única manera que sabía que Helena jamás rechazaría. Dejó su nueva guitarra a un lado y tomó la cara de su novia entre sus manos. 
 - T E AMO – le decía cuando le besaba los ojos, las mejillas, la nariz, y finalmente los labios. Se sonrieron, era un momento tan perfecto, tan íntimo. Solo con sus miradas lograban decirse miles de cosas porque era su corazón el que hablaba. Ni siquiera hacía falta que Helena respondiera, pues su mirada decía todo lo que Pablo necesitaba.

Así estuvieron hasta que Renata entró a la habitación buscando a su amiga y ordenando a su hermano que se fuera a hacer cualquier cosa, porque ella y Helena estarían ocupadas.

Las horas pasaron muy rápido, cuando se dieron cuenta ya era momento de irse al lugar de la fiesta.

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