miércoles, 29 de septiembre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 41

Todos se preguntaron por qué Helena no había salido a comer, pero cuando Renata fue a buscarla se dio cuenta que estaba perdidamente dormida y no quiso molestarla.

En la tarde que despertó, lo hizo más animada, tenía mucho por lo que seguir viviendo y si Pablo había encontrado la felicidad, ella también podría.

Cuando salió de su habitación, Pablo y Laura se habían ido de nuevo al pueblo y ella sintió alivio al saberlo, no quería enfrentarlo aún. Así que pasó la tarde con Magdis y Lety, ayudándolas con los últimos detalles de la fiesta que se realizaría al día siguiente.

Al día siguiente, se despertó temprano y salió directo a las caballerizas con la esperanza de no encontrarse con Pablo y así fue. Al parecer había llegado muy tarde del pueblo. Esto la calmó y se fue al arroyo.
- El alma nos juntó
con sólo un beso de testigo
cada latido prometió
que ibas a estar siempre conmigo
Hoy todo cambió
y es que has seguido otro camino
pero mi vida se quedó toda en tus labios
toda contigo…

Te dice un corazón desesperado que regreses a mi lado
que la vida sin tu amor no ha sido igual
Te pido con el alma que recuerdes
que juraste no perderme
prometimos que no acabaría jamás
que mañana es para siempre

Dentro de mi piel
sigue la ausencia de tus manos
sigo tratando de entender
por qué el destino quiso engañarnos

Te dice un corazón desesperado que regreses a mi lado
que la vida sin tu amor no ha sido igual
Te pido con el alma que recuerdes
que juraste no perderme
prometimos que no acabaría jamás
Sé que hay una fe que no se acaba
una luz y una mirada
que nos volverá a encontrar

- Te pido con el alma que recuerdes
que juraste no perderme
prometimos que no acabaría jamás
que mañana es para siempre 


Era la voz de Pablo, no había duda. No era que no hubiera ido a montar, era que se había adelantado. ¿Pero qué hacía cantando así? ¿Por qué escribía esa letra, cuando debería estar feliz por su próxima boda? Ella quiso irse pero era demasiado tarde.

- ¡Helena! – le saludó Pablo
- No quería interrumpirte. Será mejor que te deje solo.
- Por Dios, no. Te estaba esperando, me gustaría que escucharás lo que he compuesto.
- No sé.
- Por favor, no me hagas rogarte.
- Está bien, un momento nada más.
- Ven siéntate aquí. – dijo señalando el lugar al lado de él. Helena obedeció y él comenzó a cantar otra canción.
-
En la vida hay amores
que nunca pueden olvidarse
imborrables momentos
que siempre guarda el corazón
Pero aquello que un día
nos hizo temblar de alegría
es mentira que hoy pueda olvidarse
con un nuevo amor
He besado otras bocas
buscando nuevas ansiedades
y otros brazos extraños me estrechan
llenos de emoción
Pero sólo consiguen hacerme
recordar los tuyos
que inolvidablemente vivirán en mi
. – Helena se resistía a creer que esa letra viniera del corazón de Pablo y se sintió aún peor cuando por un momento pensó que esa letra estaba escrita solo para ella.
- Debo irme – dijo para poder huir de la situación.
- ¿Acaso no te gustó?
- No, no es eso. La canción es preciosa, pero…
- Entonces, no te vayas, sólo quiero que escuches una canción más, por favor.
- Una más. – respondió cediendo a la petición de Pablo.
-
Nadie, como ese ser que yo ame alguna vez,
Hoy simplemente forma parte de mí ayer,
Mas hoy yo siento sus caricias en mi piel, así.

Nadie, con esos ojos que me miran desde lejos,
Con esa risa que entibiaba mi tristeza,
Con esa boca de ternura tan audaz, porque.

Vuelve a mí,
Q solo y triste me quede sin ti,
Y vivo sin hallar a quien querer,
Escúchame mi amor.

Vuelve a mí,
Q solo y triste me quede sin ti,
Y vivo sin hallar a quien querer,
Escúchame mi amor. –
Si la primera canción la había sorprendido, está no tuvo comparación, con tan solo escuchar la primera línea, recordó con claridad el sueño que había tenido en New York, ¿pero cómo podía soñar algo del pasado con una canción que aún no había sido escrita? Sin poder contenerse, cantó con Pablo la última estrofa.

- Vuelve a mí,
Q solo y triste me quede sin ti,
Y vivo sin hallar a quien querer,
Vuelve mi amor.
– Pablo se sorprendió mucho, ¿cómo era posible que Helena conociera la letra? Tal vez lo escuchó en su habitación cuando la componía. Cuando levantó su mirada para verla descubrió lágrimas en sus ojos.
- Helena… - quería preguntarle cómo conocía la canción pero al verla llorar no soportó la necesidad de consolarla. Soltó la guitarra, y tomó su rostro entre sus manos.
- Pablo… - tenía el rostro de Pablo tan cerca de su cara que sentía su respiración.
- No llores, por favor. - Su aliento la embriagaba y hacía que sus sentidos perdieran toda capacidad. Pablo no soportó más la agonía y la besó. Helena no pudo ni siquiera resistirse, lo deseaba tanto. Sentía como él exigía más de ella, de su esencia, así que abrió los labios; sentía como sus labios chocaban y a la vez compartían el mismo ritmo, poco a poco ella también exigía más de él y él respondía a sus peticiones. Ese beso sabía a gloria, era un elixir llenó de vida para sus corazones. Las manos de Pablo, descendieron lentamente hasta su cintura y la atrajo más hacia él. Los dos estaban cruzando líneas prohibidas, pero se deseaban tanto o más que hace 10 años y no podían contenerse era demasiado fuerte lo que sentían.
- NO, PABLO. SUELTAME – ni siquiera Helena supo de dónde sacó la fuerza para rechazarlo. Ella lo deseaba pero sabía que no era lo correcto.
- Perdóname… - decía sorprendido por la reacción de ella.
- Esto es un error.
- ¿Un error? – Pablo estaba atónito. Él le había demostrado sus sentimientos después de tanto tiempo y ¿ella lo consideraba un error?
- Si, esto no debió de pasar nunca.
- Perdón
- Será mejor que me vaya.

Helena se subió a la Sahara y se regresó a la finca a todo galope, no dio tiempo ni de que Pablo dijera una palabra más.

- Sus labios aún tienen
sabor a mí - dijo Pablo tratando de consolarse ante el miedo que tenía de que Helena lo hubiera olvidado.

Para cuando él regresó a la finca ya todos habían desayunado, así que no tuvo que ver a Helena y mucho menos a Laura. Cuando estaba en su habitación, por la ventana alcanzó a ver cómo Helena cargaba al hijo recién nacido de una de las empleadas de la finca.

- Si nuestro destino no nos hubiera separado, me habría casado contigo después de terminar la universidad y probablemente ahora cargarías a nuestro hijo, en vez del hijo de unos extraños – oír esta frase en voz alta, lastimo aún más a Pablo.

Después de estar unas horas solo, logró tranquilizarse y salió de su habitación decidido a hablar con Helena, tenía muchas preguntas que hacerle y necesitaba estar seguro de que lo había olvidado porque un amor como el de ellos no era fácil de olvidar. Pero ya no estaba donde la había visto desde la ventana, estuvo buscándola pero era muy difícil encontrarla con tanta gente en la finca por lo de la fiesta de la noche.

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No he podido poner la canción de Mañana es para Siempre en el reproductor, así que para que la puedan oír, aquí les dejo el video de YouTube. 


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