miércoles, 8 de septiembre de 2010

Sabor a mi - Capítulo 18

- ¿Estás bien? – preguntó Pablo, con la voz llena de preocupación. Tenía miedo de que Helena estuviera arrepentida.

- Sí, lo estoy – respondió abrazándolo aún más fuerte. Helena no podía dejar de sonreír, Su cabeza apoyada en el pecho de su novio, le permitía oír los latidos de su corazón. Sus brazos la rodeaban fuertemente haciéndola sentir pequeña y protegida. – solo pienso en lo confortable que es estar en tus brazos de esta manera. Es como si supiera que aquí nada me va a pasar.

- Es que a mi lado nada te va a pasar. Siempre cuidaré de ti.
- Gracias.

Después de esto se quedaron callados, solo se veían a los ojos, cuando hacían esto, ellos no necesitaban las palabras, sus miradas lo decían todo. Pasaron algunas horas y fue tiempo de regresar a casa.
- No sé cómo voy a hacer para volver a la realidad, después de este maravilloso momento. Si por mi fuera me quedaría a tu lado toda la eternidad. – dijo Pablo
- Yo tampoco me movería de tu lado, pero tenemos que regresar si no quieres que tus padres sospechen.
- Si, tienes razón.
- Además siempre podrás volver a estar a mi lado. Ahora te pertenezco más allá de todo. Tú eres el dueño de mi vida, de mi alma y de mi corazón.
- TE AMO, como no tienes una idea. De verdad que te Amo.

Helena guardó su vestido en su bolsa y se puso una ropa más propia para una tarde normal. Pablo se volvió a colocar su camisa y apagaron las velas que guardaron en un armario escondido del que solo ellos tenían llave.

Se fueron caminando de regreso a la finca. Cuando llegaron Renata los estaba esperando para que ella y su hermano fueran a la sala a partir un pastel que sus padres habían mandado a hacer.

A los dos días regresaron a la ciudad. Al parecer la corta estancia en la finca no solamente había traído hermosas experiencias para Pablo y Helena; ahora Renata volvía a estar llena de esa alegría y encanto que la habían caracterizado desde siempre. En la escuela se le veía feliz yendo y viniendo de un lado a otro. Definitivamente, Diego era cosa del pasado.

Los meses avanzaron, así como la relación de Helena y Pablo. Si bien habían vuelto a estar varias veces juntos después del cumpleaños. Las cosas no habían cambiado mucho, regularmente preferían pasar las horas a solas platicando, planeando qué carreras y cuáles universidades eran las mejores para ambos; las tardes que más le gustaban a Helena era cuando pasaba horas escuchando cantar a su novio. Algunas eran canciones escritas por él y otras simplemente eran canciones que no importaba si eran actuales o pasadas de moda, las cantaba únicamente para decirle a Helena cuanto la amaba.

Pronto llegó el año nuevo, y cuando se dieron cuenta Helena ya estaba cumpliendo 17 años. La vida era tan dulce al estar al lado de las personas que amas, que Helena no podía pedir más. Pablo era su vida entera, pero no dejaba de lado a sus amigos y sobre todo a sus padres. Según ella eran los mejores del mundo aunque en segundo lugar estaban sus padrinos. Todo en su vida era mucho más que perfecto, lo que ella tenía era una bendición de los cielos.

Cuando entraron a su último año de preparatoria, comenzaron también los arreglos para las universidades. Una tarde llegó Pablo de sorpresa a la casa de Helena lo que hizo que ella se preguntara el por qué de la urgencia.

- Pablo, ¿Qué haces aquí tan temprano?
- Necesitamos hablar, Helena. Vamos al jardín ¿quieres?
- Está bien
- ¿Pasa algo malo?
- Eso parece. Hoy hablé con mi padre sobre lo de estudiar economía y le pareció una grandiosa idea.
- ¿Y eso que tiene de malo?
- Qué piensa que la mejor opción es Harvard y no Brown como tú y yo habíamos acordado.
- Oh ya veo – Helena sabía lo que eso significaba, serían del Ivy League como siempre habían querido pero estarían en estados diferentes.
- No me quiero separar de ti, pero mi padre se ha puesto en un plan que no entiendo.
- Yo si lo entiendo. – esta respuesta sorprendió a Pablo, que acaso Helena no había entendido nada. – siempre ha querido lo mejor para ti y eso incluye la educación.
- Pero si me voy a Harvard, no te podré ver tan seguido. Estaremos a un estado de distancia.
- Pablo, respira – dijo Helena viéndolo directamente a los ojos – ya encontraremos una solución. Sé que nuestro destino es estar juntos, así que sólo debemos tranquilizarnos para poder ver la solución con la cabeza fría.
- ¿Cómo lo haces?
- ¿Hacer qué?
- Llenarme de paz. A tu lado las cosas ya no parecen tan malas. De verdad que te amo, guapa.
- ¿Guapa?
- Shhh… ven acá. – Pablo tomó a su novia entre sus brazos y estuvo abrazándola hasta que los brazos se le cansaron.

En los siguientes días dedicaban sus tardes juntos a revisar las opciones que podían tener para no estar tan separados.

- ¡Ya lo tengo! - gritó Helena mientras veía a Pablo tocando una de sus canciones favoritas.
- ¿Qué?
- Espera tengo que ir por mi mochila – Helena sacó unos papeles de su mochila y corrió hacía Pablo. – Mira
- ¿Divinity School? – la duda de Pablo iba creciendo
- Si, Harvard tiene una de las mejores escuelas sobre el estudio de la religión.
- Si…
- Pablo que no lo ves, podría estudiar alguna de las carreras que se ofertan ahí. Sé que no es exactamente Historia, pero me conozco bien y terminaría estudiando eso tarde o temprano.
- ¿Cambiarías de carrera para que yo pueda estudiar en Harvard?
- Digamos que solo es un cambio en el itinerario, el objetivo no cambia mucho.
- No te voy a dejar. Helena estudiar lo que quieres es algo que yo no te puedo quitar.
- Mírame, tú no me quitas nada. Además es mucho más importante que estudies economía en el mejor lugar que te puedan ofrecer. Tienes mayor responsabilidad que yo, algún día serás el líder en la compañía de Miguel y necesitas todas las bases para ser el mejor.
- Pero …
- No hay pero que valga. Historia puede esperar, además ni que me fuera a quedar sin estudiar.
- Te Amo, cada día te juro que te amo más. Si sigues así vas a ser que mi corazón explote de tanto amor.
- Mentiroso - dijo Helena mientras Pablo se fue acercando más a ella hasta estar en una posición que daba mucho que entender.
- Mi amor por tu es la verdad más grande en el universo. – dicho esto se besaron y se amaron como pocas veces se daban la oportunidad de hacerlo. Esos momentos eran tan verdaderos entre ellos, siempre tiernos, siempre demostrando que no podían vivir el uno sin el otro.

Helena llegó esa tarde extasiada, no sabía si por lo que había pasado en casa de Pablo o por la idea de que iba a estar con él, ayudándolo a ser el líder que su padre esperaba que fuera.

- Hola, puedo hablar con ustedes – dijo Helena que encontró a sus padres en la biblioteca.
- Claro, nena ¿Qué sucede? – preguntó su padre con algo de inquietud
- Es que ya he decidido que carrera voy a estudiar.
- ¿Y bien? – preguntó su madre
- Estudio de las Religiones, Etnias y Políticas
- Y eso sería en Brown o en Harvard con Pablo
- Harvard – respondió apenada al ver que sus padres ya conocían el motivo de su cambio
- Hija sabes que apoyamos tus decisiones por que siempre has sido responsable y sabes bien lo que quieres, pero no crees que es demasiado dejar la carrera que quieres solo por no estar lejos de Pablo.
- Lo sé, y créanme entiendo su preocupación, pero de igual manera algún día iba a terminar en Harvard, estudiando lo mismo. Y pues creo que eso no afecta mucho o sí
- Solo queremos lo mejor para ti.
- Exacto. Y lo mejor para mi es estar al lado de Pablo y en una universidad que me abre las puertas del mundo.
- Lo de la universidad no lo negamos, no cabe duda que es de las mejores.
- Entonces, no veo el problema, por favor.
- Está bien. Pero algún día tendrás que estudiar historia.
- No se preocupen por eso. Lo haré.
- Hay Helena, siempre logras que cedamos antes tus deseos.

Así con el apoyo de sus padres y la felicidad de sus padrinos de ver lo mucho que Helena apoyaba a su hijo, se iniciaron los trámites para el ingreso. Cómo todos, había que presentar exámenes y muchas pruebas más, así que su último año estuvo acompañado de muchas visitas a la embajada norteamericana, cosa que para Helena no era nada nuevo, desde que nació estaba acostumbrada a que cuando acompañaba a su padre a las reuniones, visitaban diversas embajadas en distintos países y eso la había acostumbrado al mundo de la diplomacia.

El cumpleaños 18 de los gemelos se celebró con una cena con varios de sus amigos más cercanos y posteriormente una salida a bailar para festejar la mayoría de edad. A pesar de que Helena y Pablo no podían estar separados mucho tiempo uno del otro, habían logrado cierto equilibrio en sus relaciones que les permitió hacer muchos amigos. A Helena, las mujeres habían aprendido a respetarla e incluso a admirarla porque su personalidad era muy diferente a cómo ellas hubieran creído en un principio. Pablo y Renata tenían ese encanto natural que hacía que nadie se resistiera a su amistad.

Renata había anunciado que pese a lo que su hermano y su amiga habían decidido, ella quería estudiar en Brown. Sabía que los extrañaría pero no podía negar que Brown le brindaba la oportunidad de estudiar el arte que tanto amaba.

Con el año nuevo llegó junto con el nuevo milenio, todos creían que el nuevo año traería aun más alegría a sus vidas. Los padres de Helena y los de Pablo y Renata, sabían que ese año sus hijos se irían a otro país a estudiar, pero tenían que reconocer que era lo mejor para ellos. Pero nadie contaba con las sorpresas que les depararía el nuevo año.

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